AUTO DE FE…Mientras intentaba sentir de manera profunda la grandiosa dimensión cósmica, este “Discurso Salvaje” del culto a María Lionza aquí en la montaña de Sorte, en el estado Yaracuy, sentía la propia voz de Dios, musitando desde mi corazón el salmo bíblico:
“No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía.
(Salmo 91:5-6).
Hace unas horas tan sólo, desde la medianoche de aquí de Quibayo, visionando el apasionante ritual conocido como Baile en Candela, recién asumido como Patrimonio Cultural Intangible de Venezuela, presenciamos, mi colega fotógrafo Alberto Briceño Ávila, una danza ceremonial donde hombres y mujeres entraban en trance, poseídos por los espíritus de la montaña de Sorte, para luego caminar sobre las brasas de las piras briosamente encendidas, sin quemarse, esto es, sin hacerse daño.
Un ritual extraordinario que asociamos, desde nuestra experiencia, no tanto de periodistas o reporteros culturales, sino como hombre de teatro que despoja su mente de todo prejuicio y enfoca su pensamiento en lo que el maestro poeta y filósofo, José Manuel Briceño Guerrero calificó como “Discurso Salvaje”. Entonces pude sentir y aprehender la verdadera dimensión de esta ceremonia:
“Yo no bebí un solo “drink” de licor. Cero. Necesitaba disponer de todas mis facultades psíquicas, físicas, mentales y espirituales. Ahora tengo mucho más claro el verdadero leit motiv de este libro sobre ML…Estoy seguro que, de haber estado vos, aquí en Venezuela, habría logrado convencerte de acompañarme. No se trata de creer o de alienarse. Se trata de energía cuántica: sabes que existe y es parte de la vida cotidiana, pero no existe mente todavía capaz de derivar paradigmas de comprensión integral. Ese dicho de “la fe mueve montañas”, aquí se percibe como que esa misma fe aquí construye la salvaje magia de la montaña y sus tres zonas clave: Quibayo, donde estaba yo; Sorte y El Oro. Yo pedí permiso a Ella para escribirlo. Repito: es arrechísimo…”.
Teatro y Rito han sido para mi parte de un único proceso de aprendizaje. Una mujer me regala un tabaco, frente al Altar Mayor, y entonces lo enciendo y es entonces cuando comenzó una conversación íntima conmigo mismo, suerte de ascesis divina. De antemano sé que Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo y la Virgen María protegen mi atrevimiento pero, ojo, toda esta gente, unas 8.000 personas aquí acantonadas para esta jornada indigne del 12 de Octubre, es muchísimo más cristiana, católica, apostólica y romana que cualquier devoto reunido en la plazoleta de la Basílica para romper un récord Guinnes. Religión y religiosidad son términos antinómicos, según he escuchado decir al teólogo Máximo Ochoa, mientras él pone en mi mesa un humeante plato de sopa.
Estoy vestido con esa camisa roja, porque es el color rojo el que te protege de los espíritus traviesos y malucos que también ahí pululan. Intento escribir sin emoción añadida y ser lo más profesional posible. Pero esto resultó para mí algo más allá de lo que esperaba. Por fortuna, esa lucidez mental de la que contaba antes, propició en mí algo que estos sabios espirituales percibieron de inmediato: Respeto. En el fondo no es más que una gigantesca operación de Teatro Ritual, con sus ascesis, transubstanciaciones, elevaciones y demás vainas que terminan en ones y que con seguridad moverán tu poder de diosa con sonrisa suprema. Mi idea consistirá en escribir y publicar un libro “desde mi propia corazón y cerebro de 67 vueltas cósmicas”, el próximo 29 de octubre. Vayan reuniendo para los regalos que esperaré aquí, desde el corazón de la montaña mágica que inmortalizó Rubén Blades, junto con Willie Colón, en su extraordinaria canción/poema.
Más temprano de este onceavo día de octubre, Ernesto Villegas Poljak, el ministro del Poder Popular para la Cultura, junto con su colega de la cartera para Asuntos Indígenas, Clara Vidal, ratificó su anuncio: “En vísperas del 12 de Octubre, cumplo con informar que he firmado el documento que certifica que el Baile en Candela, originario del estado Yaracuy, vinculado a la devoción a María Lionza, forma parte del Registro del Patrimonio Cultural de Venezuela. El baile se desarrolla en la noche del 11 para el 12 de octubre…”.
Después declararía: “Vine a Quibayo, estado Yaracuy, para entregar el certificado del Baile en Candela como patrimonio cultural de la nación venezolana en el marco del primer Encuentro Multiétnico y Pluricultural por la Paz, el respeto y la tolerancia realizado en el Monumento Natural Cerro Maria Lionza…”.
Ese Encuentro resultó muy especial. Fundamentado en el trabajo de Gilberto Antolínez sobre la dimensión científica y mágica del mito y el rito de María Lionza, el maestro escritor, Gabriel Jiménez Emán, concitó a un grupo de especialistas y eruditos que reflexionaron sobre el tema, in situ y con la naturaleza como escenografía perfecta. Quedó fundada entonces la Cátedra sobre Indigenismo Americano Gilberto Antolínez.
Antolínez (1908–98) es, según su ficha biográfica, “sin duda, el primer indigenista moderno venezolano. De formación autodidacta en el campo antropológico, pasó por la Academia Militar y la Escuela de Artes Plásticas. El libro Hacia el indio y su mundo (1946) fue el único que llegó a publicar, a pesar de que tuvo una gran repercusión…”.
Y con placer de dioses escuchamos el viernes por la tarde, en medio del sonido de los tambores y de la lluvia, y del poderoso respirar de la montaña, a la poeta y paisana, Wafi Salih (Valera, 1966), hablar tan bonito acerca de María Lionza como símbolo de hembritud empoderada; el propio Gabriel disertó raudo acerca de la presencia de la deidad en la literatura; Yony Osorio, habló sobre la “Maternidad hídrica de un paisaje sagrado. Orlando Barreto sentó cátedra al perfilar el trabajo de Antolínez sobre la Reina de Sorte; la hermosa Soledad Vásquez expuso sobre Lo sagrado y la vida de los salvajes, ergo, sobre ese discurso salvaje que aludimos; Eliseo Mora enfocó el tema de María Lionza y el terrorismo mediático, esto es, la histórica persecución del culto sagrado. Banquete de ideas que más adelante formarán parte de ese libro que junto con Alberto Briceño Ávila y Johny Durán estaremos publicando muy pronto.
Durante la madrugada del sábado 12, luego de esta danza del fuego, El Baile en Candela, Patrimonio Cultural de Venezuela, nos hacíamos “selfies” con algunos de quienes recién habíamos visto, poseídos y transmutados, jugando con la heredad de Huehuetéotl, que en náhuatl significa literalmente “dios viejo”. Esta vez bailaban por María Lionza, el indio Guaicaipuro y El Negro Primero, por Bolívar, José Gregorio Hernández y todos los demás personajes de estas Cortes que se purifican y reifican, entre el humo de muchos tabacos y de la leña ardiente y de cada paso del camino que conduce hacia la redención de sí mismos. Dios bendiga a todos…
Como cuando Isabel Allende, en su novela Paula, admite: “Me gustaría volar en una escoba y danzar con otras brujas paganas en el bosque a la luz de la luna, invocando las fuerzas de la tierra y ahuyentando demonios, quiero convertirme en una vieja sabia, aprender antiguos encantamientos y secretos de curandero. No es poco lo que pretendo. Las hechiceras, como los santos, son estrellas solitarias que brillan con luz propia, no dependen de nada ni de nadie, por eso carecen de miedo y pueden lanzarse ciegas al abismo con la certeza de que en vez de estrellarse saldrán volando. Pueden convertirse en pájaros para ver el mundo desde arriba o en gusanos para verlo por dentro, pueden habitar otras dimensiones y viajar a otras galaxias, son navegantes en un océano infinito de conciencia y conocimiento.”
Alexis Blanco. Chivacoa, estado Yaracuy. 12 de Octubre de 2024. Imágenes de Alberto Briceño Ávila.
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