Un viaje al pasado que aún hoy resuena con la fuerza de un tango eterno. Hoy, 24 de junio de 2025, se cumplen exactamente 90 años de un suceso que marcó un antes y un después en la historia del espectáculo latinoamericano.
Hablamos, por supuesto, del inigualable Carlos Gardel, "El Zorzal Criollo", "El Mago", "El Morocho del Abasto"… Tantos nombres para describir a un gigante cuya voz trascendió fronteras y generaciones. Gardel no era solo un cantante; era un poeta, un actor, un embajador de la cultura argentina que conquistó el mundo con la melancolía y la pasión de sus tangos. Sus grabaciones vendieron millones, sus películas cautivaron audiencias y su carisma era, simplemente, arrollador. Era el ídolo de las masas, el hombre que con cada nota nos transportaba a los salones milongueros de Buenos Aires, al drama de un amor perdido o a la alegría de una noche de arrabal.
Pero, como en las más tristes letras de tango, el destino tenía preparado un acorde final inesperado y doloroso. Fue un 24 de junio de 1935, en el aeropuerto Las Playas de Medellín, Colombia, cuando la tragedia se hizo presente. En un fatídico accidente, dos aviones chocaron en la pista, cobrándose la vida de Gardel y de varios de sus acompañantes. La noticia conmocionó al mundo. Millones de corazones lloraron la partida prematura de una estrella que brillaba con luz propia.
Imaginen el impacto: un ícono en la cúspide de su carrera, con un futuro prometedor y una legión de admiradores, se desvanecía en un instante. El accidente de Medellín no solo significó la pérdida de un artista excepcional; también se convirtió en parte de su leyenda. Su muerte trágica lo catapultó a la inmortalidad, convirtiéndolo en un mito, en el "Gardel que cada día canta mejor".
A 90 años de aquel fatídico día, su música sigue sonando en cada rincón del planeta. Sus tangos siguen emocionando, sus películas se siguen viendo y su figura sigue inspirando a nuevas generaciones de artistas. Carlos Gardel no murió; se transformó en un símbolo eterno de la pasión, el talento y la melancolía que solo el tango puede expresar. Y hoy, desde esta trinchera del espectáculo, lo recordamos con la admiración y el respeto que su legado merece. ¡Que viva Carlos Gardel para siempre en nuestros corazones!
