Voces agoreras, resentidos, envidiosos, inescrupulosos y faltos de brillo, de gloria andan en enjambre atacando, sin sentido, sin sustentos y, mucho menos argumentos, a la joven cantante venezolana, Emily Galaviz, con apenas 17, nacida en San Casimiro-Aragua, convertida en todo un fenómeno en las redes sociales.
La muchacha desde muy temprana edad mostró sus dotes: una voz que es una campanita, potente, cálida, armoniosa, con un fraseo único y proverbial.
Ha logrado lo que a muchos cantores de la música nuestra se tornó imposible: conquistar a la llamada generación 2.0. Emily se ha metido en el corazón de los jóvenes y adultos. Su presencia en las tarimas concentra a miles de fans.
La han invitado a los mas populares programas de TV y, ni se diga, de los espacios en las redes sociales.
Su guayabo zarandeado parece ser una canción cantada a coro en cada rincón de Venezuela.
Pero, como decía Perucho Conde, "que baile que siempre hay un pero" y "como al árbol que da frutos es al que le tiran piedras" los envidiosos y pobres seres han comenzado a atacar a la niña prodigiosa con inventos deleznables como:
- que ha perdido la humildad
- que está cobrando muchos dólares por sus espectáculos
- que no estuvo a la altura
- que no le dio un autógrafo a x o z
- que cerró una piscina para bañarse ella sola … y pare de contar las infamias.
A Emily Galaviz no le van a eclipsar con semejantes vilezas y de ella lo van a ver es éxitos, tras éxitos porque ella tiene lo que quienes le atacan no tienen: talento, gracia, ganas de triunfar y ser grande.
JC