-El silencio aturde a una sociedad fatigada de la injusticia. Aún, el crimen de la niña Isabel, sigue latente
La justicia exigida por la comunidad La Arreaga quedó entre aquellas calles de arena que vivió el brutal crimen de la niña Isabel Aizpurua.
A un mes y 12 días del infanticidio ocurrido en el sector Haticos, en Maracaibo, los vecinos se preguntan: ¿qué están esperando, que mate a otra niña, que vuelva a hacer aquí o en otro lugar la misma atrocidad que le hizo a Isabel?, no es justo tanto desapego ante esa muerte que nos dolió a todos.
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Aquellas preguntas con respuestas hechas por esa misma comunidad, quienes al no tener una claridad del caso recuerdan lo sucedido aquel lunes 9 de octubre, siguen exigiendo justicia.
El atroz asesinato conmocionó la entidad, aquella qué enfurecida pedía se diera con el paradero del presunto infanticida, Luis Ferrer.
Ferrer huyó ese 9 de octubre, luego que perpetró el asesinato de la niña Isabel. El tiempo jugó a su favor, así como las horas transcurridas en que las autoridades investigaran lo sucedido.
Las horas en el reloj corrían sin parar, y en menos de 24 horas la comunidad de La Arreaga, en Haticos, así como los padres de la víctima y toda la ciudad, tenían un sospechoso: Luis Ferrer.
Era el único que faltaba en aquella desgarradora escena, cuando a la niña la encontraron dentro del baño del inmueble donde él vivía. No dejó rastros, no dejó sus pertenencias, ni el perro que lo acompañaba por las noches, todo se lo llevó, dijeron al día siguiente los vecinos de Ferrer.
La comunidad, en una sola voz, culpaban a Luis Ferrer del crimen de la niña. Enfatizaron, que todos los días lo veían agarrado de la mano con la niña, no la dejaba sola ni por un segundo, pero, en el hallazgo de su cadáver, no estaba.
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