La Plaza de San Pedro acogió este domingo, 28 de septiembre, la Misa del Jubileo de los Catequistas, presidida por el Papa León XIV, quien dirigió una homilía centrada en el compromiso de la Iglesia con los más pobres y en la misión de los catequistas como testigos vivos del Evangelio.
Durante la Eucaristía, el Pontífice ha entregado también un crucifijo a 39 catequistas procedentes de todo el mundo, signo visible del ministerio que la Iglesia les confía.
En su homilía, León XIV ha llamado a los presentes a abrir los ojos y el corazón ante la realidad de los más necesitados. “El hombre que vive en la abundancia no tiene nombre, porque se pierde a sí mismo, olvidándose del prójimo. Está lleno de cosas y vacío de amor. Sus bienes no lo hacen bueno”, ha advertido.
En este sentido, el Santo Padre ha continuado recordando que “a las puertas de la opulencia se encuentra hoy la miseria de pueblos enteros, azotados por la guerra y la explotación. Nada parece que haya cambiado a lo largo de los siglos”, ha lamentado.
Una verdad incómoda, recalca el Papa, que la Iglesia denuncia de manera incansable en busca de convertir los corazones, y subraya que la resurrección de Cristo es la respuesta definitiva de Dios al mal y la fuente de toda esperanza. “Uno resucitó de entre los muertos: Jesucristo. Este acontecimiento es la verdad que nos salva; por eso debe conocerse y anunciarse, pero no es suficiente. Debe amarse, y es este amor el que nos transforma”, ha expresado.
El Santo Padre se ha dirigido a los catequistas, a quienes define como “discípulos que se convierten en testigos”, y destaca que su misión no es solo transmitir unas nociones de fe, sino proclamar con la vida misma. “El catequista es una persona de palabra, una palabra que pronuncia con su propia vida”, ha puntualizado.
“Los primeros catequistas son nuestros padres, que nos enseñaron a hablar y, al mismo tiempo, nos enseñaron a creer. Así como aprendimos nuestra lengua materna, del mismo modo el anuncio de la fe comienza en la familia, alrededor de la mesa, en los gestos y palabras que conducen a Cristo”, ha argumentado.
"En este punto, el Papa remarca el riesgo de reducir la catequesis a una mera instrucción: “Cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos de vida buena”.
Papa León XIV ha concluido su homilía con una invitación a todos los presentes a vivir este Jubileo como un tiempo de gracia y de compromiso renovado: “Que este Jubileo sea para todos un tiempo de conversión y de perdón, de compromiso por la justicia y de búsqueda sincera de la paz”.
Además, ha agradecido a todos los catequistas su entrega y les animó a seguir siendo “voz que hace resonar el Evangelio en el corazón del mundo”.
Noticia al Día / XIV