El Papa Francisco proclamó este domingo a 14 nuevos santos, entre ellos los “mártires de Damasco”, asesinados en Siria durante el Imperio Otomano en el siglo XIX y símbolos de la persecución cristiana.
Francisco presidió la ceremonia de canonización en la Plaza de San Pedro en presencia de miles de fieles católicos de todo el mundo.
“Los inscribimos entre los santos, decretando que sean venerados como tales por toda la Iglesia”, proclamó Francisco, tras recitar cada nombre.
La canonización es el último paso hacia la santidad en la Iglesia católica, tras la beatificación.
Se requieren tres condiciones, la más importante de las cuales es que la persona haya realizado al menos dos milagros. Debe haber fallecido hace al menos cinco años y haber llevado una vida cristiana ejemplar.
En el grupo se encuentran 11 personas conocidas como los “mártires de Damasco”, que se han convertido en santos unos 160 años después de su muerte.
Los ocho frailes franciscanos y tres laicos maronitas -todos hermanos- de un monasterio fueron asesinados por militantes drusos en julio de 1860 en la capital siria, entonces bajo dominio otomano.
Se trata del español Manuel Ruiz López (Burgos, 1804), quien en aquel momento era superior del convento de San Pablo y fue víctima de la furia de una multitud de drusos que la noche del 9 de julio de 1860 irrumpieron en el barro cristiano de Damasco. Ahí vivían unas 30.000 personas, miles de ellas fueron masacradas y algunas se refugiaron en el monasterio de Ruiz y el resto de frailes menores.
Con él decapitaron a siete franciscanos, hoy también canonizados, entre ellos los españoles Carmelo Bolta, Nicanor Ascansio, Nicolás María Alberca, Pedro Nolasco Soler, Francisco Piñazo Peñalver y Juan Fernández, y el austríaco Engelbert Kolland.
Los religiosos recibieron una propuesta del gobernador otomano de la época para refugiarse en su residencia, pero la rechazaron al no querer dejar sola a la gente que buscaba protegerse en el convento.
En la ceremonia también fueron canonizados los laicos maronitas Francesco Massabki, Mooti Massabki y Raffaele Massabki. Eran tres hermanos de Damasco, muy vinculados a la comunidad de los franciscanos que estaban en el convento de San Pablo junto al resto de frailes, donde murieron igualmente asesinados en la misma masacre.
Damasco es el hogar de una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo, pero su población cristiana ha disminuido a solo un dos por ciento en la actualidad, según el Vaticano.
Muchos ciudadanos, cristianos o no, han abandonado la ciudad desde el inicio de la guerra civil en Siria en 2011.
El martirio del grupo de Damasco canonizado el domingo “no es muy diferente de la situación de muchos cristianos en Oriente Medio hoy en día”, escribió Vatican News, el portal de noticias oficial del Vaticano.