Se mueve. Dentro de vos mismo. La música moviliza tu corazón y tus neuronas. Hay una sensación de plenitud y regocijo. Única y grandiosa. Mientras la Big Band, conducida por el talentoso Rafael Chacín, cerraba la primera edición, 2025, del Maracaibo Jazz Festival, en el Teatro Baralt, el pasado jueves 8 de marzo, supimos que algo muy grande para esta ciudad apenas estaba comenzando.

Un esfuerzo extraordinario de logística, producción y concreción, tanto a nivel artístico como técnico, caracterizó este esperanzador milagro que Lenín Nieto, junto con los Pachín Brothers, gestó ahí, en el mágico edificio de la esquina de la 5 con Venezuela.
Jesús Lombardi Boscán, director del Teatro Baralt, alentó esta feliz iniciativa de la Compañía Jazz Baralt, la cual concitó a ocho notables instituciones consagradas al ejercicio serio y coherente del “arte de la influencia” en nuestra muy musical urbe.
Gregorio Montiel Cupello, hijo ilustre de ella, de nuestra aldea jazzística, digo, resaltaba la enorme fortaleza que para cualquier ciudad representa tener una fiesta musical de primer nivel, como la que disfrutamos durante dos días: Descritos, Vuelo 432, The Broducers, Avariano Band, Evil Blues Trío, así como la Big Band Maracaibo y los Pachín Brothers, movieron el espíritu y el ánima de quienes tuvieron la oportunidad histórica de presenciar una fiesta cuya entrada jamás podría costear el enorme esfuerzo desplegado. Aquí viene la noticia que me interesa:
La segunda edición, digo, Maracaibo Jazz Fest 2026 ya cuece las habas de la nobleza para organizar esa próxima fiesta. Todos deberíamos enrolarnos en esta causa artística de primer mundo. Leamos a Lenín Nieto: “Todo esto ha sido posible merced a la participación directa de nuestros patrocinantes y aliados. Empresarios, instituciones educativas, artistas y profesionales con visión y voluntad de ayuda al desarrollo de Maracaibo. Tales como Flow Control de Venezuela, Lilian Spa, World Músic (casa de los músicos de Maracaibo, tienda y Academia), el Instituto Venezolano de Lenguas IVL, Your Kingdom Músic (Academia Músical), la Clínica Sucre, el Ministerio de Cultura, Isabela Redman, Gustavo Baptista, Bibas Café, el fotógrafo Ivan Ocando, Zolstice Agencia de Fotografías, Mestizo Cine, Gianfranco Copello Visual Art, Venus Creativos, Instituto Venezolano de Lenguas y Bro Gastro Bar.

En este último espacio nacieron los ya indispensables Jam, cada miércoles, 87 hasta ahora en total, cuando los músicos de esta ciudad se congregan para recrear su arte maravilloso. Nuestra bienamada colega Ella Sumoza, digo, Sarah Vaugn Somoza, digo Billie Holliday Sumoza, quiero decir, Goya, quien esa noche cumplía años y entonces fue lindo cuando la Big Band, de quien es su Presentadora Oficial, le obsequió uno de los momentos más emotivos del MJF…
296 músicos en total dedicaron durante las sendas veladas del Maracaibo Jazz Fest, en nuestro ilustre Teatro de Teatros. En el cierre pudimos disfrutar de nuevo del macerado talento de nuestro “Máster Blues”, el guitarrista Gabriel Torres Ferrari, quien junto con el baterista Mauro Pérez y el bajista Juan Ordóñez, digo, Evil Blues Trío, nos instigaron esos movimientos del alma, con música muy hecha por ellos, como Palmarejo Blues, Mal de Páramo, entre otros temas.
Ana Sofía Morales, directora de la Ana Sofía Jazz Band, no pudo actuar por problemas físicos, pero ello no fue óbice para que dijese unas palabras sobre la presencia de la Mujer en el campo del jazz. Después, ella despidió con sumo afecto a César González, su guitarrista, quien emprenderá nuevos caminos musicales.
Los Pachín estuvieron increíbles, a pesar del malévolo efecto que sobre la configuración del sonido tuvo un insólito apagón de diez minutos que alteró la normalidad de la velada. Ellos iniciaron tocando el “Tipatina’s”, de Mike Stern; después se lucieron con una versión exquisita de Maracaibo en la noche, con arreglos de Lenín Nieto. La rumba apenas comenzaba, de la mano de Lorenzo Hansen, nuestro increíble “Pachín”, el multiplicado percusionista Peter Botfalusi; Miguel Iriarte y Juan Moreno, en los metales, además de Geyder Colmenares, en la flauta y el teclado de Américo Zambrano, además del notable vibrafonista, Reinaldo Ocando, quien también es el baterista de la Big Band.
Entonces entró El Duende de Paola Nava, bailadora de fina estampa, para bailar la Armando’s Rhumba, de Chick Corea. Así debutó la danza en un festival de jazz que apunta a desarrollarse como una fusión integral de todas las artes. Sonó entonces este Pajarillo Azul, joropo fusión de amplia gama rítmica y creativa. Alma y cerebro del MJF 2025, hay mucho que esperar de estos músicos.
La Big Band es una escuela por naturaleza. Casi y todos los músicos inteligentes de esta ciudad anhelan llegar a tocar con ella. 22 de ellos. En especial, durante una sesión tan vibrante como lo fue la del cierre del MJF 2026.
Aprovechando el apagón, bajé a la Sala Baja “Sergio Antillano”, para beberme una cerveza y entonces sentí al espíritu de Alejo Carpentier susurrándome detalles del jazz como música de expandidas alas: “Veamos algunos de sus títulos: Piano rag music, Rag-time para once instrumentos y el rag-time de La historia del soldado, de Stravinsky; Tres rag caprices y La creación del mundo, de Darius Milhaud; Concertino, de Honegger; parte del Concierto para piano y orquesta, de Ravel, sin olvidar el rag-time de El niño y los sortilegios; Mahogany y Los siete pecados capitales, de Kurt Weill; la Suite 1922 (final) de Paul Hindemith: Johnny dirige el baile (ópera) de Ernst Krenek; el rag-time de Parada, de Erik Satie: varios fragmentos de Las corzas de Francis Poulenc; Rascacielos (ballet) de John Alden Carpenter,(ballet); el concertante para jazz-band y orquesta que aparece en el drama lírico Lulú de Alban Berg… Esto sin hablar de obras donde la influencia del jazz se ha manifestado de manera menos directa, aunque sea evidente su presencia en el tratamiento de los instrumentos solistas «por secciones» como en una jam session de Harlem: el Concertino de Frank Martín es un buen ejemplo de ello. También habría que citar el magistral Ebony concerto, también de Igor Stravinsky, que cobra el alcance de un manifiesto —aunque si pensáramos en obras directamente concebidas «dentro» del espíritu del jazz, como Porgy and Bess, la lista se haría interminable…”.
Por esto, el Maracaibo Jazz Festival 2026 promete ser desde ya una experiencia que te mueve y remueve.
¡Salud!




Alexis Blanco / Noticia al Día
Fotos: Jadelin Terán