-Quizás el nombre de Luis Omar Prado León no resulte familiar, pero al hablar del Mago Mai, seguramente una sonrisa se dibujará en el rostro de quien haya tenido la oportunidad de disfrutar de sus shows en Maracaibo, su tierra natal, o en otros escenarios nacionales e internacionales.
Grandes y chicos, por igual, han quedado fascinados con su arte, impredecible, sorprendente y, siempre, muy cercano.
Desde niño se interesó por la magia. “Mi tío abuelo se sabía un truco con un mediecito” nos cuenta, trayendo a nuestra memoria la extinta moneda venezolana de 25 céntimos y entendiendo cómo aquellos juegos familiares encendieron una chispa que, al día de hoy, permanece viva.
La magia no era "una fiebre" más
Aunque en sus primeros años, la magia solo representaba una afición, la curiosidad y el deseo por aprender más fue ganando terreno. Al culminar con éxito sus estudios universitarios de Administración, no había dudas: lo suyo era ser mago.
Su carrera la inició en Caracas. Mientras trabajaba en una institución bancaria, presentaba su show en locales nocturnos. Ya para este momento su familia, al principio renuente a la idea de tener entre ellos a un mago, entendió que “no era una fiebre más”.
Un don natural que debe cultivarse
Y es que Luis siempre fue un chico a quien le gustaba ‘sacarle el jugo’ a todo lo que practicaba: deportes, entretenimientos, siempre iba varias millas por delante de lo que realizaría cualquier persona. Perfeccionista y creativo a más no poder.
Cuatro décadas han transcurrido desde que inició su camino y al Mago Mai le siguen brillando los ojos cuando habla de su profesión, que también es su pasión.
“Antes pensaba que la magia es todo lo que sorprende, que lo imposible se haga posible; ahora pienso, en mi búsqueda, que la magia es crear buenos momentos, generar emociones”, afirma.
Desde la óptica del Mago Mai, todo parte de un don natural, al cual se suma consistencia, estudio, perseverancia y actualización.
En su proceso por llevar al público un espectáculo de alta factura, además de aprender con grandes maestros, se ha formado también en artes escénicas. “En la magia no está permitido el error”, sostiene.
Mai y Sai: crecimiento y aprendizaje
“A lo largo de los años he agarrado clases, cursos y talleres de expresión corporal, máscaras, payaso, locución, escritura, cuentacuentos, baile, malabarismo, humor, canto, magia, pintura, yoga, meditación zen, cocina, hipnosis, PNL y pretendo seguir aprendiendo todo lo que me enriquezca como persona”, nos relata.
El Mago Mai dice que su incursión en diversos espacios televisivos le permitió aprender sobre animación, producción y edición. Sin embargo, una fuente muy importante de crecimiento profesional la tiene en casa: su esposa Saile Devis, su compañera también en escena.
“He logrado muchas cosas que estando solo no logré. Hoy en día, somos Mai y Sai, un dúo que refrescó mucho mi imagen como artista”.
Mago Mai: me importan los niños y cómo me perciben
En el universo de posibilidades que ofrece la magia, al Mago Mai le interesa practicar aquella que le permite la interacción y la cercanía con el público, casi siempre, acompañado por su mapache Lupe. “Cuando logras involucrar al espectador, esa magia será inolvidable”, afirma.
Presentarse ante una audiencia infantil y encantarlos con cada uno de sus números figura entre sus “superpoderes”. Los niños son demandantes, perspicaces, espontáneos; son cualidades que el Mago Mai valora, gracias a ellas fluye una grata conexión con los más pequeños.
“Frente a los niños, mantengo una personalidad un poco alocada y enérgica, entre el tío divertido y el payaso de la clase”, nos dice.
Su secreto es sencillo y complejo a la vez. “No se trata de mí como mago, ni de cuantos trucos hago durante mi show. Se trata de los niños y de cómo me perciben como persona. Como ellos me ven y cómo los trato. A todo momento, mantengo un trato cariñoso, amable y respetuoso con todos los niños, sin importar su edad”.
"La magia ha sido mi vida"
Hoy día, el Mago Mai forma parte de la Federación Latinoamericana de Sociedades Mágicas (Flasoma), organización en la que participa activamente.
Entre los magos que admira están El Gran Henry, Dan Garret, José Souza, David Copperfield, Dai Vernon, Jeff Mc Bride y Silly Billy. Sin embargo, concede que la gran influencia para el personaje que interpreta es el comediante norteamericano, Jerry Lewis.
Mai ha recibido de su profesión grandes satisfacciones: le ha permitido seguir siendo niño, viajar y conocer a muchas personas. “La magia ha sido mi vida”, afirma.
Luego de tanto camino recorrido, el Mago Mai quiere llegar a otros países y emprender desde cero, pero apelando a toda su experiencia. En los próximos días iniciará una gira por Estados Unidos, hasta allá llevará su magia, con una propuesta dirigida al marketing corporativo.
En cualquier escenario en el que se presente, grande o pequeño, el Mago Mai logrará sorprender, emocionar, ver el brillo en los ojos que produce la fascinación ante lo increíble.
F Reyes
Fotos: Xiomara Solano
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