LA MAGIA DE SANTA ROSA DE AGUA…
Se ha escrito mucho sobre Santa Rosa de Agua, de sus palafitos, de sus paradores turísticos, de sus pescadores, de personajes como Miguel Ortega y su hermano Chevoche, de Pateto y de tantas otras, pero hoy que se acerca el día de nuestra patrona Santa Rosa de Lima, quiero aprovechar, hacer una remembranza y exaltar desde adentro, la magia de este lugar tan pintoresco y lleno de encanto.
Quienes allí nacimos y crecimos tenemos nuestra propia idiosincrasia, la historia de nuestros orígenes (anécdotas que se trasmitían de generación en generación), nuestros personajes, nuestras comidas y hasta nuestro propio dialecto, quienes somos de Santa Rosa de Agua tuvimos el privilegio de disfrutar de un lugar maravilloso y mágico que guardábamos con recelo para extraños y visitantes; donde nos encontremos, dentro o fuera, nunca la olvidamos, el encanto que disfrutamos nos sigue, y por eso, la llevamos en el alma, porque Santa Rosa de Agua es Mágica.
Santa Rosa de Lima (primera americana declarada santa y caracterizada por atender y cuidar a quien lo necesitara) es nuestra patrona. Cada 30 de agosto todos nos poníamos las mejores galas para su procesión, sus ferias y la elección de nuestra reina, quien después desfila en la procesión; ese era nuestro principal día de fiesta.
Santa Rosa es un pueblo lleno de manglares y bordeado por el Lago, quienes allí nacimos y crecimos estudiamos en el mismo colegio, Escuela Nacional Dr. Jesús María Portillo, ese que queda justo al lado de la iglesia, frente a la plaza y con vista a nuestro lago y donde casi todos tuvimos las mismas maestras, Ofelia, Belén, Marlene, Obdulia, el maestro Portillo y el maestro Rincón; cuántos no recordamos cuando hacíamos la fila de formación en la parte alta del colegio y veíamos venir la lluvia desde el Lago, frente a la plaza Américo Vespucio (que ahora tiene nuevo nombre) situada a orillas del Lago, aquella plaza con su cerca con círculos donde podías contemplar el marullo y también cuando el Lago parecía un espejo.
Santa Rosa de Agua está compuesto de una calle principal y varios callejones que están más en nuestra memoria que en nuestra realidad, porque a algunos le han cambiado el nombre, otros se llaman igual. La avenida principal comprendía una cantidad de kilómetros que no se distinguían por calles sino por las familias que en ese espacio vivían; un camino desde la plaza se describía así: apenas voy por la casa de los Colina, eso era decir voy saliendo, o por la casa de Nora o la casa de Ventura, donde vendían las frutas (mamones, corozos, cirgüelas, mangos y tamarindos) que todo estudiante buscaba al salir del colegio, y empezando a recorrer esa avenida principal, era ir por la casa de Carlos Morán, el negocio La Gran Parada, la venta de pescado del popular Pateto, la casa de Violeta Arcaya, la de los Chacón, los Acosta, los Molero; así ibas adelantando el camino, llegabas a la tienda de Isabelita, los Olivares, el negocio de Elio y la tienda de Cachón. Al llegar a esa dirección había uno de los lugares más hermosos que pudiéramos disfrutar: la Granzonera, recuerdo caminar muy despacio cuando por allí pasaba; por cierto, de existir celulares en esos tiempos puedo apostar que serían el recuerdo digital de los paisajes más bellos de aquel Maracaibo escondido, era un terreno a orillas de unos caños bordeados por manglares, donde se estacionaban y vaciaban la arena y el granzón, aquellas inmensas canoas con sus velas imponentes; de verdad es una de las escenas más bonitas que tengo en mi memoria. Venían muchos metros más, que todavía están habitados por la descendencia de quienes allí construyeron nuestro pintoresco barrio lleno de magia y encanto, la casa de Simeón, los Barroso, los Fuenmayor, los Castillo, los Nava, los Paredes, los Palomares, los Jiménez, los queridos hijos de Vicente, los Calixto, los Puche, los Albarrán, los Anciani, los Guerra, los Arcaya Ortega, los Guzmán, los Blanco y los Espina, los Reyes y los Paz.
También había callejones, el más importante era el callejón Manaure, allí todos tenían el lago en el patio de su casa, gente maravillosa y noble, donde existía la principal cancha de bolas criollas en aquel entonces por los años ’80, ahí no solo se jugaban bolas criollas sino que era el encuentro familiar para disfrutar de las minitecas, el callejón de Isabelita (donde se comían las mejores empanadas de la bolita del mundo, decíamos); el callejón que estaba detrás de la bomba de gasolina, callejones que no tenían nombre en aquel momento y le poníamos el nombre de la persona más conocida en ese callejón, como el de Aurita o el que estaba por el parquecito que era el de la Fofona, el Ayacucho, también la Puntica, el Malecón y Ecos del Zulia, la Antena y Capitán Chico, lugares emblemáticos como la Montañita, donde también estaba otra cancha de bolas criollas, nuestro principal deporte para hombres y mujeres y donde nosotras las muchachas debutábamos como madrinas de los equipos y que era un honor representar.
Todos nos conocíamos en el barrio, todos sabíamos quién era hijo de quién, así nos identificábamos. Recuerdo que a finales de la primaria, no solo escuchaba a mi padre sino a padres de mis compañeros de clase que al llegar uno a su casa lo primero que le preguntaban los padres era: ¿De quien sois hijo vos? y ahí empezaban a descifrar la historia de que, claro que se conocían, cómo se enlazaban y cómo habían formado la familia.
Porque esa es nuestra principal característica en Santa Rosa de Agua, todos somos una misma familia, con las mismas costumbres, los mismos juegos, las mismas aventuras en nuestros manglares y nuestros paseos en cayucos y hasta teníamos nuestro propios dulces y vendutas, como dirían nuestras abuelas, quienes se paseaban por el barrio vendiendo con sus poncheras el pan cubierto (pan salado cubierto de melado con color rojo artificial) y las famosas arepas de coco.
Quienes allá crecimos nos acostumbramos a un dialecto propio, éramos la mayoría hijos de paraujanos nobles, llegados de Sinamaica y El Moján a poblar ese pedacito que para nosotros aún es la tierra mágica que amamos y donde crecimos, con personajes cuyos nombres se convirtieron en una manera de decir las cosas, como en el caso de Truco. Era un habitante que no se relacionaba con casi nadie, pero que cuando había una fiesta era el primero que llegaba, aun cuando no tuviera invitación, así que cuando alguien llegaba muy temprano a una fiestecita o no era esperado enseguida le decían a coro: Trucoooo, así quedó truco convertido en sinónimo de colado en las fiestas. Olga era una señora que abusaba del maquillaje, andaba siempre demasiado pintoreteada, así que si veían que tenías un lápiz labial llamativo o, un exceso en las pestañas, te decían allá viene Olga; Olga era sinónimo de pintada como payaso. También existió en nuestra infancia Cachuata porque masticaba bombillos y comía animales por un cuartico de caña, también estaba Manina la que se ponía las cotizas al revés, siempre por eso quien se equivocada con sus zapatos le decían estáis como Manina. También estaba un hombre de mucha gordura apodado Micunca, así que todo quien engordara le decían te estáis pareciendo a Micunca y pasó a ser sinónimo de gordo; también existía el más flaco que le decían Tableta y así cuando te querían decir que estabas muy flaco te decían te estáis pareciendo a Tableta; el popular Ñato, hacedor de bateas de cemento para lavar ropa, no había un hogar donde no hubiera una batea echa por el Ñato. Así, tantos que se me hace imposible nombrarlos a todos.
Tampoco se nos olvida cómo en cada casa o familia había una referencia del único general que había tenido Santa Rosa de Agua. Al principio uno no sabía si era verdad que había obtenido ese rango, pero para nuestros padres, Venancio Ortega era nuestro orgullo y nadie lo ponía en duda, al igual que el de Regino Ortega y tantos deportistas, músicos y grandes profesionales que llevan nuestro estandarte en cualquier lugar, pero que nunca dejarán de estar en nuestras anécdotas y recuerdos.
En Santa Rosa de Agua, no solo hay pescadores y decimistas, también hay artesanos gente que con la raíz de mangle, la enea o el junco, hace cestos canasta e infinidad de artículos de gran belleza y utilidad, pero sobre todo gente de inmenso valor humano que nació y creció en un lugar donde todos nos conocíamos y respetábamos, hombres y mujeres que ahora estamos por todas partes, portadores de una calidad humana nacida del respeto y los valores compartidos, como si fuéramos una sola familia
Muchos de sus pobladores, aun cuando han tenido la oportunidad de viajar por diferentes sitios, siempre vuelven, porque Santa Rosa de Agua te atrae, te reconforta, te arrulla como sus marullos, Dios bendiga Santa Rosa de Agua siempre y permita seguir siendo la cuna de hombres valientes que lograron sacar adelante las nuevas generaciones y que estemos donde estemos, cerca o lejos, la llevamos en nuestros corazones, porque: ”SANTA ROSA DE AGUA ES MAGICA”
María Jesús Arcaya Ortega
Hija de Sinein Arcaya (Gamo) y de Ángela Margot Ortega (Marga)