El 11 de septiembre es una fecha grabada en la historia por los ataques a las Torres Gemelas, pero para un barrio de la parroquia Marcial Hernández en el municipio San Francisco, el día adquirió un significado trágico. La mañana de este 11 una ensordecedora explosión, seguida de lenguas de fuego y un espeso humo, marcó el inicio de una tragedia local.
Una fábrica de fuegos pirotécnicos se convirtió en una gigantesca antorcha, consumiendo en minutos humildes viviendas y dejando a cientos de familias sin hogar.
Se recuerdan las escenas de valentía de los bomberos y la desesperación de los vecinos. En medio del caos, la búsqueda de seres queridos se mezcló con el llanto y la alegría de encontrarlos a salvo, reviviendo el espíritu de resiliencia ante la adversidad.
La explosión dejó un saldo de 23 heridos. En la zona, las estrechas calles de arena, una vez llenas de niños jugando, quedaron cubiertas de cenizas. Cerca de 400 viviendas fueron afectadas, dejando a sus habitantes sentados frente a la desolación de lo que alguna vez fue su hogar. Con la noche, la desesperanza se hace presente, sumergiendo a la comunidad en un dolor profundo.
El suceso, que se ha convertido en un evento histórico para el cuerpo de bomberos de la región, es una cicatriz inolvidable para quienes sintieron el calor de las llamas y la asfixia del humo. Cayó la noche, y con ella la desolación, la desesperanza y el deseo de volver a recuperar lo perdido el 11 de septiembre, momento que trajo a su memoria lo sucedido en Nueva York un día como ese el 2001, fecha tan oscura como la que vive en el momento en su barrio.
El eco de la explosión aún retumba en los oídos de los residentes en la noche, quienes ahora miran desde lejos con tristeza el espacio que antes vio correr a sus hijos porque fueron evacuados todos los sectores afectados que quedaron sin servicio publicos.
Noticia al Día