Miércoles 26 de noviembre de 2025
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José Gregorio Hernández, el intelectual que forjó un legado en la medicina casi muere de fiebre tifoidea antes de graduarse

Durante este proceso, el intelectual de la medicina venezolana estuvo a punto de morir

José Gregorio Hernández, el intelectual que forjó un legado en la medicina casi muere de fiebre tifoidea antes de graduarse
Foto: Cortesía.
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Cuando pensamos en José Gregorio Hernández, la imagen que nos viene a la mente es la del “médico de los pobres” o, para muchos, un santo. Sin embargo, su historia es también la de un brillante académico que, con su intelecto y dedicación, sentó las bases de la medicina moderna en Venezuela.

En esta segunda entrega acerca de su vida y obra indagaremos sobre su trayectoria como estudiante en la Universidad Central de Venezuela (UCV) la cual no fue un simple paso, sino un capítulo crucial en su formación y en la evolución de la educación superior en el país.

Durante este proceso, el intelectual de la medicina venezolana estuvo a punto de morir de fiebre tifoidea, experimentando un estado de salud tan severo que hasta recibió los santos sacramentos por la deplorable condición en la que llegó a estar antes de graduarse.

El viaje de Hernández hacia la medicina estuvo marcado por su brillantez desde el principio. La UCV, heredera de la Real Universidad de Caracas, fundada por el Rey Felipe V el 22 de diciembre de 1721, se había transformado profundamente.

José Gregorio, tras obtener su grado de Bachiller en Filosofía el 25 de mayo de 1882 en el Colegio Villegas, experimentó un proceso que incluyó un riguroso examen sobre temas tan complejos como la "Teoría del condensador eléctrico" y las "Máquinas de vapor", para luego matricularse en la UCV el primero de septiembre de ese mismo año.

Su camino en la medicina fue rápido y exitoso. Seis años después de su ingreso, en 1888, José Gregorio obtuvo dos grados en un lapso de diez días. El 19 de junio recibió el de Bachiller en Ciencias Médicas, después de un examen oral sobre temas como la "unidad del tubérculo" y la "fiebre tifoidea en Caracas".

Diez días más tarde, el 29 de junio, obtuvo el de Doctor en la misma especialidad. En su examen final, extrajo al azar temas tan dispares como "la locura simulada", el "lavado de estómago" y la "litotricia", demostrando su vasto conocimiento en diversos campos.

Al aprobar con "Sobresaliente por unanimidad" ante un jurado de eminencias, el rector Aníbal Dominici le dijo una frase profética: “Venezuela y la Medicina esperan mucho del Dr. José Gregorio Hernández”.

La figura de Hernández, sin embargo, va más allá de su intelecto. Mientras estudiaba, sufrió de fiebre tifoidea, un episodio tan grave que tuvo que recibir los santos sacramentos. Su recuperación, considerada providencial, le permitió reincorporarse a sus estudios.

Sus amigos, como Santos Aníbal Dominici, lo describían como un hombre alegre y sociable, con una gran pasión por la música. Tocaba el piano, asistía a conciertos y disfrutaba de las tertulias, revelando una faceta humana y artística que complementaba su genialidad científica.

Su legado, forjado en las aulas de la UCV y en la atención a los enfermos, nos enseña que el conocimiento y la dedicación pueden transformar no solo una vida, sino a toda una sociedad. José Gregorio Hernández no fue solo un médico: fue un intelectual, un humanista y un visionario que, desde su tiempo, nos sigue inspirando.

Noticia al Día / José Gregorio Flores / Arelys Munda/

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