El águila pescadora Jacinto se prepara para levantar el vuelo tras sufrir aparatoso choque aéreo al norte de la capital zuliana.
El Reino del Lago de Maracaibo tiene toda una comarca de maravillas, que a la luz de los humanos –ignorantes siempre de lo que les rodea- pasa desapercibida por aire, tierra y por el Lago.
Detrás de la ola que lame la orilla de tanto en tanto, hay todo un país de animales hijos del Coquivacoa: garzas, caimanes de la costa y millones de camarones. Tenemos al aristocrático cangrejo azul, las bipolares iguanas que viven en los árboles y les encanta el oleaje; los bagres, corvinas, lisas, bocachicos, robalos, armadillos. Están las piratas del aire: las tijeretas y sus vecinos, los buchones. Todas y todos, dándole vida a un territorio patrullado desde los cielos, por el más caracterizado miembro de esta increíble familia pachamámica: el águila pescadora.
Migrar para vivir
Las revistas científicas especializadas coinciden en que las poblaciones de nuestra águila vienen desde el hemisferio norte, viajando hacia nuestro Caribe eterno, durante el invierno boreal. “Existen tres poblaciones del águila pescadora en el Nuevo Mundo, con rangos reproductivos en la costa oeste, la región del medio occidente y la costa este de Norteamérica. Mediante la utilización de telemetría satelital se encontró que la población del oeste migra por la ruta centroamericana hasta Honduras, mientras que las otras dos poblaciones viajan por las islas del Caribe, cruzando también el Golfo de México, para unirse a la ruta transamericana y llegar a sus destinos en Sudamérica” (Corantioquia, 2005; BirdLife International, 2006).
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Sin embargo, soñando junto al maestro Orlando Villalobos, queremos pensar que Jacinto es maracucho; “chinitero” como el que más y hermano de quienes, gracias a la gente de Mapache Ecoaventura, pronto se reunirá con las siete restantes aves, rescatadas de una muerte segura en los predios del Lago de Maracaibo, y su sultana, la ciudad capital que la domina.
Pronto al vuelo
El lunes 3 de abril en horas de la mañana, vecinos del sector 4 de San Jacinto escucharon un fuerte golpe contra el techo de una cancha de basquetbol y, al salir, se encontraron con un ave desconocida para ellos, con grandes garras, lo cual obligó el llamado de los especialistas. Allí aparecen en escena José Sandoval y sus chicos:
“Inmediatamente, comenzamos a darle los primeros cuidados a un ave que es muy delicada –emprende a hablar literalmente al vuelo, José Sandoval-. Estábamos allí Junto a Luis Morán, veterinario en formación, y David Lizardo, rescatista independiente, vinculado a la Fundación Gato Feliz y a Mapache Ecoaventura, y procedimos a evaluar al animalito evitando en la medida de lo posible, situaciones de más estrés para el ave”.
-¿Qué diagnóstico dieron para el ave?
-Tortícolis por traumatismo.
-¿Cuántas aves de esta especie han rescatado?
– Con Jacinto serían ocho aves desde la pandemia. Que es un buen número, dados los estándares y cifras preestablecidas para estos casos.
Jacinto está calentando los motores para el vuelo, el llamado es para los humanos, para que disfruten de este ser nada mítico y hermosamente real, que juega a la vida en las orillas de nuestro Coquivacoa
Noticia al Día/JCG