La desaparición de Jonelle Matthews en 1984 representó durante décadas una de las heridas más profundas del estado de Colorado. Lo que comenzó como una noche de festividad terminó en un misterio que tardaría 35 años en resolverse, revelando una trama de obsesión, narcisismo y una conducta criminal oculta bajo una fachada de rectitud religiosa y ambición política.
La víctima: Jonelle Matthews
Jonelle era una niña de 12 años, estudiante de la Franklin Middle School en Greeley. Quienes la conocieron la describían como una joven vibrante, curiosa y con una fuerte presencia.
Un detalle fundamental de su historia personal es que era adoptada. Esta condición marcó gran parte de la narrativa de su búsqueda; su madre biológica, quien no tuvo contacto con ella durante años, se enteró de la existencia de su hija precisamente a través de las noticias sobre su desaparición. Jonelle era el corazón de una familia profundamente arraigada en su comunidad y en su fe cristiana.
El último acto: La canción de Navidad
La noche del 20 de diciembre de 1984, Jonelle participó en el concierto de Navidad de su escuela. Fue un evento alegre donde el coro interpretó varios clásicos de la temporada.
La última canción que Jonelle cantó en público fue "Jingle Bells". Tras finalizar el recital a las 20:00 h, un amigo y el padre de este la llevaron a su casa. Jonelle entró sola a una vivienda vacía: su padre estaba en un partido de baloncesto y su madre se encontraba fuera del estado cuidando a un familiar enfermo. Cuando su padre regresó una hora después, encontró las luces encendidas, los zapatos de su hija y un calefactor funcionando, pero Jonelle había desaparecido.
El hallazgo y el perfil del criminal
Durante 35 años, el rostro de Jonelle fue uno de los primeros en aparecer en los cartones de leche en Estados Unidos, e incluso el presidente Ronald Reagan mencionó su caso en un discurso. No fue sino hasta el 23 de julio de 2019 cuando unos trabajadores que instalaban una tubería de gas encontraron sus restos en una zona rural, a 24 km de su hogar. Presentaba una herida de bala en la cabeza.
El culpable, Steve Pankey, no era un desconocido. En 1984, Pankey vivía a menos de tres kilómetros de la familia Matthews y asistía a la misma iglesia, la Sunny View Nazareth.
Motivos y perfil psicológico
El caso de Pankey es inusual en la criminología debido a su comportamiento compulsivo post-crimen:
- Obsesión con el caso: Durante décadas, Pankey se insertó voluntariamente en la investigación. Enviaba cartas a la policía con "pistas" y exigía inmunidad a cambio de información que decía poseer, intentando jugar un papel de "testigo clave" o "investigador aficionado".
- Narcisismo y Poder: Su carrera política (candidato a gobernador de Idaho en tres ocasiones) y su rol como pastor evangélico ocultaban a un hombre con una profunda necesidad de control. El fiscal del caso argumentó que el secuestro de Jonelle fue un acto de dominación.
- La fachada de "pureza": Pankey se autoproclamaba «célibe» y mantenía una imagen de moralidad extrema. Sin embargo, su exesposa testificó sobre su comportamiento errático y violento la noche de la desaparición, relatando cómo él la obligó a leerle artículos de prensa sobre el caso mientras mostraba un interés inusual y macabro.
El motivo principal se identificó como un impulso predatorio combinado con un delirio de superioridad. Pankey creía ser más inteligente que las autoridades, lo que finalmente lo llevó a su captura: sus propias declaraciones contradictorias y su fijación con el caso a lo largo de los años fueron las pruebas que permitieron estrechar el cerco sobre él cuando el ADN y el hallazgo del cuerpo completaron el rompecabezas.
En 2022, Steve Pankey fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de la niña que, décadas atrás, solo quería regresar a casa después de cantar villancicos.
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