Miércoles 02 de octubre de 2024
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Historia de unas cenizas esparcidas en el Coquivacoa

El insigne educador Nerio Méndez, cuyas cenizas navegan por su lago del alma. RÉQUIEM POR NERIO…Transcurrió una década desde su…

Historia de unas cenizas esparcidas en el Coquivacoa
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El insigne educador Nerio Méndez, cuyas cenizas navegan por su lago del alma.

RÉQUIEM POR NERIO…Transcurrió una década desde su muerte tranquila y así, el pasado domingo 28, en Santa Rita, en las aguas del Lago de Maracaibo, su hija, Tanya Gögelmann, cumplió su póstumo deseo: una sencilla ceremonia exequial para que sus cenizas fueran esparcidas en ese Coquivacoa que desde niño amó con respeto. Un insigne pedagogo ha sido honrado por sus seres bienamados.

Tanya, mi gratísima hermana de la vida gloriosa y fecunda, vino desde su hogar, en Alemania, para cumplir su insoslayable promesa. Y así, en un sereno lar llamado Rías del Lago, se cumplió un ritual pleno de fe y de amor por Dios, Nuestro Señor. Una liturgia plena de regocijo interior para ofrendar al educador notable, una despedida tan gloriosa como digna.

Y sucede que mi noble hermana maracaibera, ahora de nacionalidad germana, me concitó para que  escribiera y pronunciara el panegírico de rigor. El miércoles 3 de mayo pasado estaba a punto de ingresar al salón de la ULA, donde había sido invitado para hablar sobre periodismo cuántico, cuando escuché en un telemensaje su voz de chocolate belga convidándome y esa energía fue la misma que protagonizó en aquella mañana andina, la disertación académica.

Quiero declarar así mi inmenso orgullo, júbilo y regocijo por lo que después fue esa indagación sobre la vida de un buen hombre. Energía, dije, sí… De altísima calidad superior. Mientras escuchaba, la noche del sábado 27, el concierto de rock en el Teatro Baralt, comprendí que Dios intervenía en todo este tributo de Tanya.

Ella estaba allí, en fila de honor, deleitándose con la música brillante y una historia que habla de educación antipedagógica. Letra con sangre, es decir, la antítesis de lo que su padre pensaba que era la verdadera educación necesaria.

Así, sólo quiero ahora legar al viento y al ciberespacio esas palabras que construí durante tres semanas. La vida es para vivirla, me enseñaron, Gabriel García Márquez, el Gabo y la vida misma. Por favor, reciban mis humildes palabras a modo de elegía y de réquiem:

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El mero azar muy poco tiene que ver con ésta, nuestra concitación de hoy domingo 28 de mayo, Pentecostés, quiero decir, con esta reunión tan bonita, frente al lago Coquivacoa, para honrar a un hombre honorable. De quien, lo que mejor habla de su condición humana y cívica, es justamente esta pequeña ceremonia, que cumple cabalmente con su póstumo deseo de sentir sus cenizas arrojadas a estas aguas muy suyas y que, con el devenir, terminarán en el río Ganges, según la tradición budista establece.

2

Esto bien podría escucharse como una de esas “jodas”, con las que Él solía siempre divertir a su gente de afectos profundos, pero no lo es. Este hombre ha de emprender ahora un viaje hacia su propia redención, tañendo la lira inmortal del amor más generoso y divino.

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NERIO ENRIQUE MÉNDEZ CONDE, hombre que amó como pocos el arte de la luz y de las imágenes, la fotografía, nació en Maracaibo, el 22 de Julio, de 1939 y en esta misma urbe que quiso tanto, lanzó al viento su hálito póstumo, el 25 de febrero de 2013.

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Maestro por convicción e inspiración, desde siempre pensó en la trascendencia de su oficio, puro y generoso: el pedagogo balanceaba sus juegos mentales por entre los susurros insinuados, desde La Caverna de Platón y el Liceo de Aristóteles, pasando por las ideas revolucionarias de Vigotszky, Piaget, Montessori, Friedman, Skíner, Freire o La Salle, conocedor de las virtudes de discípulos memorables, como el Juan Cristóbal, de Romain Rolland o el Blas Coll del insigne Cuaderno de Eugenio Montejo. Visionario del método de Robinson o del magistral Andrés Bello. Quiero decir que este Maestro don Nerio era como Aniceto Rondón, el personaje de la gaita legendaria, “hombre culto y de ciencia universal, perdón, musical…”.

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Una semblanza mínima de Nerio nos lleva hasta ese rostro encendido de niño travieso. De hogar humilde, pero muy respetable, uno de esos que antes se definía como con mucha moral.

Inquieto, como todos los niños. Hizo la Primaria entre Cabimas (en el colegio Pedro Maninat). Después entraría en contacto con la sapiencia pedagógica del método Pestalozzi, para recalar después, siempre brillante y ávido de saberes, en el liceo Elías Sánchez Rubio. Para cuando egresó de la Alejandro Fuenmayor como normalista, comienza a trabajar, lejano, en La Concepción, en la escuela María Andrade…

6

Cabimas dibuja una época de increíble sentido de pertenencia y de vida… De ahí viene su deseo de esparcir sus cenizas en el Coquivacoa…

Pero ahora escuchemos el Salmo 102, que nos orienta en esta pequeña liturgia por Nerio Méndez:

9 “Por lo cual yo como ceniza a manera de pan,

Y mi bebida mezclo con lágrimas, 10 A causa de tu enojo y de tu ira;

Pues me alzaste, y me has arrojado. 11 Mis días son como sombra que se va,

Y me he secado como la hierba. 12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre,

Y tu memoria de generación en generación…”.

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Noble y generosa como el padre de sus dos hijas, nos acompaña siempre nuestra bienamada hada madrina, Maricela González, quien me refería detalles de un hombre virtuoso, galante y gentil, a quien conoció en aulas de la “Alejandro Fuenmayor…”.

“Nos conocimos en la Normal y surgió un amor bonito que perduró en el tiempo”…En  abril de 1963, Dios bendijo la Boda, en la entrañable Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá. La luna de miel transcurrió en la Mérida donde la leyenda dice de los sendos perfiles, uno femenino y otro masculino, que se aprecian claramente en el horizonte de cada una de las líneas montañosas que dividen ese mágico valle donde está asentada la Ciudad de los Caballeros y cuyo mito establece que, cuando los amantes vuelvan a encontrarse, el mundo cambiará para siempre…

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Ninoska Valentina nacería ese mismo año, noviembre;

Tanya Aleyda Nathalie, en diciembre de 1967..

Más tarde en su vida, fruto de su relación con la señora Marianela Reinales, nacieron Nadia Sachenka Alexandra y Vladimir Ilich Lenin…

Nombres que reflejan, no la naturaleza de su pensamiento ideológico, sino su espíritu revulsivo y su humor de gallo pelón.

Una entrañable amiga de ellos cuatro, la bienamada cómplice María Elena Villasmil, subraya ese humor magistral: “Un hombre muy dulce y generoso que siempre tenía un gran regalo para vos. Pero no eran presentes cualesquiera: eran libros importantes para leer; cuadros de artistas notables, como por ejemplo, de su pintor favorito, Emerio Darío Lunar o algún poemario de César Vallejo, o algo así como muy a su superior estilo de gratitud proyectada”.

9

 Un simpatizante abierto de aquella cierta nostalgia llamada Acción Democrática, lo cual era tendencia por estos lares en aquellos tiempos, al igual que desplegó siempre una gran pasión por los deportes locales: el sóftbol, el voleibol y el dominó, prácticas que también poseyeron su alma y su sentir transparente, siempre apegado a las tradiciones y buenas costumbres que caracterizan a todo buen zuliano.

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Sus días postreros los compartió, siempre ejerciendo la militancia de su amor, junto con la noble Omaira Mercedes Urribarrí, un ser que Dios le envió para vivir con la misma intensidad de siempre, su prodigioso afán por la cultura y sus diversas manifestaciones estéticas.

Escribió Gabriel García Márquez que “se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna”. Porque siempre hubo en el instinto de don Nerio aquella convicción en cuanto a que los verdaderos corazones podrían siempre ser “infieles, pero no desleales”. En este sentido, su antológico y clandestino amor por su última pareja fue longevo y definitivo. Fue en su lecho donde ella descubrió la veracidad del texto del premio Nobel colombiano: “Nada se parece tanto a una persona como la forma de su muerte”, Él se fue como vivió: dulce, tranquilo, en paz con la vida y el mundo. Feliz. Como seguramente habría de estar hoy aquí, Domingo de Pentecostés, en su despedida.

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El profesor Méndez, el maestro don Nerio, fue muy admirado por su profesionalismo. Fue un hombre muy delicado, muy inteligente y muy respetuoso…Siempre muy centrado en todas sus obligaciones y responsabilidades.

El poeta mexicano Jaime Sabines nos ayudará a comprender de qué trata la materia esencial de la que estuvo hecha la vida de Nerio:

“Dispongo a dormir una semana, un mes; no me hablen.

Que cuando abra los ojos hayan crecido los niños y todas las cosas sonrían.

Quiero dejar de pisar con los pies desnudos el frío. Échenme encima todo lo que tenga calor, las sábanas, las mantas, algunos papeles y recuerdos, y cierren todas las puertas para que no se vaya mi soledad…

Quiero dormir un mes, un año, dormirme. Y si hablo dormido no me hagan caso, si digo algún nombre, si me quejo. Quiero que hagan de cuenta que estoy enterrado, y que ustedes no pueden hacer nada hasta el día de la resurrección.

Ahora quiero dormir un año, nada más dormir.”.

Ahí, por ese Lago que siempre lo inspiró, navegará por siempre este nuevo milagro de Nerio, quien ya no será más ese flaneur o paseante de todas las ciudades, puesto que él trascendió un paso más allá, ese donde el antipoeta chileno, Nicanor Parra, proclamó su

Resurrección

“Una vez en un parque de Nueva York

una paloma vino a morir a mis pies

agonizó durante algunos segundos

y murió

pero lo que nadie me va a creer

es que resucitó de inmediato

sin darme tiempo para reaccionar

y emprendió el vuelo

como si nunca hubiera estado muerta

y yo me quedé mirándola zigzaguear

entre los edificios de departamentos

y me quedé pensando tantas cosas

era un día de otoño

pero que parecía primavera.”.

Hasta siempre con nosotros, querido Maestro Profesor…

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Alexis Blanco

(Especial para Noticia al Día)

Fotos y videos cortesía de Eufrosina León y Tanya Gogelmann)

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