Se cumple hoy un año de la muerte del maestro Fernando Botero, considerado uno de los artistas más importantes y emblemáticos de Colombia, quien falleció en Mónaco tras una exitosa trayectoria artística marcada por sus reconocidas obras volumétricas.
Su hijo Fernando Botero Zea, a un año de la partida de su padre, expresa una mezcla de emociones que experimenta desde la partida de su familiar y que recoge en un artículo el diario El Tiempo.
Se trata de "Una mezcla de sensaciones y sentimientos porque naturalmente está la tristeza de haber perdido a nuestro padre, pero por otro lado da satisfacción ver cómo su obra es destacada en el mundo entero", dice.
"Él vivía las tristezas y alegrías de Colombia. Estaba totalmente informado de lo que pasaba en el país y hablaba con gente que le compartía lo que estaba pasando. Creo que hoy en día estaría sufriendo por lo que está pasando en Colombia, nunca dejó de ser colombiano en su corazón".
Su compromiso con el arte era extraordinario y "siempre nos decía que él quería morir con un pincel en la mano, de la misma manera que había muerto Picasso, no lo logró, pero se descachó a penas por tres días, que fue cuando se enfermó, pero prácticamente hasta el final estuvo trabajando", recordó su hijo.
Se refirió a la última obra del maestro, un cuadro de bailarines, que quedó inconcluso en su estudio de Mónaco. "Esa obra de los bailarines fue la última que hizo, quedó inconclusa y está en el estudio de Mónaco, exactamente en el lugar donde estaba trabajando, y ahí lo vamos a dejar", manifestó.
Botero fue un artista, pintor, escultor y dibujante figurativo colombiano, reconocido por sus personajes de formas redondas y voluptuosas. Su obra Naturaleza Muerta con mandolina, que data de 1957, constituye la primera manifestación de su trabajo inspirado en el arte popular.
Con información El Tiempo