El exjefe paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) Salvatore Mancuso, compareció este miércoles, 10 de mayo, ante la Junta Especial de Paz (JEP) y destapó un escándalo que salpica tanto a Colombia como a Venezuela.
El hombre aseguró que en la frontera de Venezuela se inhumaron al menos 200 desaparecidos y el entierro en fosas comunes se hizo en coordinación con militares y fuerza pública de ambos países.
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Mancuso, quien se encuentra privado de su libertad en una cárcel de Georgia en Estados Unidos, se comprometió a entregar información “novedosa” sobre la extensión y fortalecimiento de los grupos paramilitares en el país, señaló Semana.
Salvatore Mancuso, uno de los exjefes paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia, reveló que la frontera con Venezuela fue utilizada por esta organización criminal como «depósito» para los cuerpos de al menos 200 personas desaparecidas entre 2000 y 2001.
Durante su segunda comparecencia ante la Junta Especial de Paz (JEP) de ese país, a la cual espera adherirse, Mancuso relató, entre otros temas, la existencia de hornos crematorios en los que su grupo desapareció a cientos de personas y de cómo esa desaparición se extendió a Venezuela.
«En la finca Las Palmas, cerca de Puerto Santander, el frente nuestro asesinó a 19 personas, entre 2001 y 2002. Se incineraron en un hueco al que le echamos llantas», narró.
Confirmó la existencia de fosas en San Cristóbal, la capital del estado Táchira, y otras localidades de esa entidad como Ureña, San Antonio, La Fría y Boca de Grita del lado venezolano, usadas por el Bloque Catatumbo, que él comandó, reseñó El País.
Incluso se ofreció a viajar hasta Venezuela para identificar las fosas, como ya lo había hecho el martes en un acto de reconocimiento y no repetición de la Cancillería colombiana en uno de los hornos en Juan Frío.
Mancuso relató que «Carlos Castaño (excomandante) recibe el pedido de que son tantas las víctimas que se estaba llamando la atención. (…) Producto de estas presiones, Castaño ordena a todos los comandantes desaparecer a estas víctimas en hornos para incinerar personas».
Según, las órdenes fueron ejecutadas por Jorge Iván Laverde, alias Iguano, quien tras las denuncias e investigaciones de la fiscalía de Cúcuta sobre la existencia de hornos para incinerar personas, decidió que las víctimas fuesen enterradas en territorio venezolano.
Asimismo, explicó que esto se hizo para no afectar los ascensos de militares colombianos. «Esto tiene profundidades más amplias porque hubo coordinación también con militares y fuerza pública del lado de Venezuela para este tipo de operaciones», agregó.
Mancuso se refirió a la expansión de su grupo a la zona del Catatumbo a través de sus relaciones con altos mandos del Ejército colombiano.
«Cuando ingresamos al Catatumbo se coordinó con el Ejército. Se planificó con el general Mario Fernando Roa. (…) En la zona ya se habló con el coronel Matamoros. Y sobre el terreno con el comandante del batallón Héroes de Saraguro, el mayor Mauricio Llorente Chávez».
También mencionó al general Iván Ramírez cómo la persona que le abrió el acceso a las Autodefensas Unidas de Colombia a los batallones militares, lo que derivó en entrenamiento a los paramilitares y el uso de helicópteros pertenecientes al Ejército colombiano.
Noticia al Día
Con información de Semana / El País