Los animales también pueden llorar, aunque las razones varían. Aquí algunos ejemplos:
Delfines: Suspiran y lagrimean cuando pierden a algún familiar.
Focas: Lloran como magdalenas cuando se agitan o asustan.
Nutrias: Lloran de aflicción cuando se separan de sus crías.
Monos: Se angustian fácilmente y también lloran.
Jirafas: Miran con los ojos llenos de lágrimas al cazador que las ha herido.
Osos: Cuando sienten que ha llegado su última hora o su muerte, también lloran.
Elefantes: Lloran desconsoladamente cuando algún familiar suyo muere.
En general, los mamíferos son los que más lloran, ya que tienen conductos lagrimales bien desarrollados.
Los perros también pueden llorar, pero su forma de expresar emociones es diferente a la de los humanos. Cuando un perro “llora”, generalmente se refiere a que está vocalizando o gimiendo debido a una incomodidad o necesidad. Por ejemplo:
Llanto por dolor: Si un perro está herido o enfermo, puede gemir o vocalizar para expresar su malestar.
Llanto por ansiedad o soledad: Algunos perros pueden gemir o aullar cuando se sienten ansiosos o solos.
Llanto por atención: Si un perro quiere llamar la atención o necesita algo (como comida o salir al exterior), puede vocalizar para comunicarlo.
Sin embargo, los perros no lloran lágrimas como los humanos. No tienen glándulas lagrimales desarrolladas de la misma manera. En lugar de lágrimas, suelen tener secreciones oculares normales para mantener sus ojos limpios y lubricados.
Un caso triste y alegre
En el año 2014 en la localidad india de Mathura (Uttar Pradesh), uno de los lugares más sagrados de la India, la organización londinense Wildlife SOS rescata un elefante que durante 50 años sufrió maltrato y estuvo atado a una cadena de pinchos. El paquidermo lloró tras el hecho.
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