Como mucha gente dedicada a las artes escénicas comparte la idea de una doble celebración del Día Nacional del Teatro (la sancionada en junio de 1978, por Carlos Andrés Pérez y la que data de 2019, cuando Nicolás Maduro decretó que fuese el 13 de noviembre, “siguiendo las propuestas de teatreros del país y en homenaje a las líneas emanadas dl Libertador, Simón Bolívar, en 1828”), hoy hay fiesta en los escenarios criollos. También nuestros artífices festejan, el 27 de marzo, como día mundial (Unesco dixit) y el regional, el 12 de diciembre. Pero hay que agregar otra: el 25 de agosto, los teatristas nuestros festejan el Día de San Ginés de Roma, mártir y patrono de los comediantes. Quien piense en vainas políticas con respecto a esta fecha, pues sí, de eso se trata, de la naturaleza política que acompaña al teatro desde siempre.
Se trata, pues, de una estrella de cinco fechas que nuestro periodista especializado, arte y parte, Alexis Blanco, enfoca hoy desde los distintos eventos programados para la conmemoración “extraoficial”, los cuales serán cubiertos por Noticia al Día, “como cabe, como es”, según escribió José Ignacio Cabrujas. A las diez de la mañana del miércoles 28, en la sala baja Sergio Antillano del Teatro Baralt, habrá un conversatorio, Deus ex machina, en homenaje al eximio maestro tramoyista Jesús “Matuta” Ortega, con la presencia de José Luis Cabrita, Iván Segovia, Isidro Morillo, Jainel Orozco y Gustavo Montero. La entrada será gratuita y para todo público. Quien quiera aprender sobre teatro debería ir.
Por la tarde, a las 6, el talentoso dramaturgo Dennis Fernández estrenará su Juego de damas, también programada para ese íntimo lar del Baralt, donde se honra la presencia del maestro dibujante Francisco Hung, el "Chino”. La entrada para esta obra, de exquisito elenco femenino, costará tres dólares o su equivalente al cambio oficial vigente.
Es teatro para sentir y compartir. La fiesta de las artes escénicas florece en todas sus dimensiones en esta ciudad.
EL SHOW DEBE CONTINUAR…El Festival Internacional de Teatro Progresista bajó el telón, dejando nuestros corazones poseídos de reflexiones, saudades y delirios. Tengo que confesar que mi espíritu no es el mismo desde que contemplé, la última función, un trasnochado paseo por Quimera, un lugar hacia donde los de La Trinchera, del Ecuador, quisieron llevarnos, sin éxito. Pero, como el teatro redime y salva, tanta teatralidad demostrada por estos comediantes también sirvió para hacernos sentir muy a gran nivel, digamos que el de los mejores escenarios festivaleros del mundo.
Total: presenciar una obra de teatro, buena o regular, jamás dejará de ser una exquisita experiencia de luces y silencios, de pausas y ritmos, de gestos y verbos. El Teatro es un arte definitivamente superior, total, por cuanto eleva y fortalece el sentimiento inteligente. Les confieso que me ha costado una boloña y media escribir sobre lo que fue esa fascinante experiencia de nuestros Animales Feroces, es decir, de Baralt Teatro, en la sala Juana Sujo, de La Casa del Artista, en Caracas, lunes 12 y martes 13 de este junio intenso, caliente y florecido como los artilugios y mitos de la civilización que nos genetiza y subyuga. Nuestro elenco “se botó” en esas sendas funciones de la Juana Sujo. Quizás ellos serían quienes deberían contar, en su debido momento, tanta clase exhibida.
Procrastinación, podría ser, pero, ante el compromiso y la necesidad de contar, he de iniciar mis reflexiones y cuitas con estas palabras hechas poema y escritas por y para el teatro, por la hermosa maestra Ariane Mnouchkine (Boulogne-sur-Seine, 3 de marzo de 1939), directora de teatro y cine francesa, conocida internacionalmente, ella fundó el Théâtre du Soleil, en el París, en 1964. Ella ofrenda y nos ilumina:
“¡Auxilio! / Teatro, socórreme. / Duermo. Despiértame. / Estoy perdida en la oscuridad, guíame, / al menos, hacia una luz. / Soy perezosa, avergüénzame. / Estoy cansada, estoy fatigada, / levántame. / Soy indiferente, golpéame. / Sigo siendo indiferente, golpéame en el rostro. / Tengo miedo, dame coraje. / Soy ignorante, edúcame. / Soy monstruosa, humanízame. / Soy pretenciosa, hazme morir de risa. / Soy cínica, desármame. / Soy tonta, transfórmame. / Soy mala, castígame. / Soy dominante y cruel, combáteme. / Soy pedante, búrlate de mí. / Soy vulgar, elévame. / Soy muda, desamordázame. / Ya no sueño, trátame de cobarde o de imbécil. / He olvidado, arroja sobre mí la memoria. / Me siento vieja y rancia, haz surgir la niñez. / Soy pesada, dame la música. / Soy triste, busca la alegría. / Soy sorda, haz aullar el dolor como una tempestad. / Me siento agitada, haz surgir la sabiduría. / Soy débil, enciende la amistad. / Soy ciega, convoca a todas las luces. / Estoy sometida por la fealdad, haz entrar la belleza conquistadora. / Fui arrastrada por el odio, haz surgir todas las fuerzas del amor”.
AMOR…Sólo ese verbo en acción explica toda esta intensa emoción, este lúcido y certero regocijo, de mí y de los que me acompañan en cada función hecha ceremonia. Preguntaba a una musa efímera, también habitante de París, si creía en Dios y me dijo que no y entonces sentí un maldito torbellino, una extenuante fatiga, de ella, musa, y de mí mismo, solitario y perdido entre ese nuevo fracaso ideológico. Y entonces me pregunto: ¿Cómo hacer magia, sin creer en la magia? ¿Cómo concitar almas tan des-almadas, convencidas de que podrán vivir de piratear un oficio tan jodidamente sublime y que, esto es lo más arrecho, que te cobrará con creces cualquier irrespeto a su propia esencia? Llega ante mis ojos adoloridos de tanto ver estas nuevas maravillas balsámicas los alientos del infaltable (en mi caso) poeta Octavio Paz: Entre irse:
“Entre irse y quedarse duda el día, / enamorado de su transparencia. / La tarde circular es ya bahía: / en su quieto vaivén se mece el mundo. / Todo es visible y todo es elusivo, / todo está cerca y todo es intocable. Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz / reposan a la sombra de sus nombres. / Latir del tiempo que en mi sien repite / la misma terca sílaba de sangre. / La luz hace del muro indiferente / un espectral teatro de reflejos. / En el centro de un ojo me descubro; / no me mira, me miro en su mirada. / Se disipa el instante. Sin moverme, / yo me quedo y me voy: soy una pausa”.
CUBA…Prometí, a Eliaine Centeno, una nota parecida a esto. Estoy sin brillo. Lean lo que me salió, refiriéndome al hermoso trabajo del Teatro de la Rosa, desde La Habana en mi memoria enamorrosa, jejeje:
“Carajo…He olvidado escribir sobre este hermoso espectáculo. Técnicamente es un recital magistral (son tres maestros sublimes en su oficio), pero resulta que hay momentos preciosos que recuerdan lo que fueron aquellas canciones de los cafés europeos donde se gestó la resistencia dura al fascismo, desde el Teatro. (Pienso en Lili Marleen o en los cabarets de la ocupada Europa). Luego compartimos en el autobús, rumbo al hotel, y pudimos advertir que estábamos junto con trío de hermosos seres humanos. Artistas nobles, humildes, modestos y sencillos. Y con esa gracia y
poder para tocar la guitarra y el clarinete y cantar como un ángel escapado de un cuadro renacentista. Luego, envolviendo el bombón, las palabras tán vigentes de Galeano. Fui muy feliz viéndolos. Ahora soy feliz, recordándoles: “Cómo gasto papeles, recordándote…Cómo me haces hablar, en el silencio…Cómo no te me quitas, de las ganas..Aunque nadie me ve nunca contigo…Te doy una canción, etcétera…También es un paseíto por la guagua de la trova eterna. Sigo muy feliz…Eso hace el buen teatro: pensar y reconocer que eres jodidamente feliz…Salud…!…”.
Luego publicaré algunos videítos de ellos cantando, por ejemplo, Bésame mucho…De buena gana les habría cambiado Cuba por Ecuador y entonces, quizás, en Maracaibo estarían tan felices como yo: sin dinero, ni gasolina, ni nada más que la poiesis del teatro y del periodismo…Seguiré feliz, por la gracia de Dios…(Esa es otra historia graciosa: todo iba muy bien hasta que le dije, a una chica atea, Dios te bendiga..) Pa’ qué fue aquella bendición…! Propició tremendo “¡Vergación!”…”. Jejeje…
Ahora, tengo a bien reproducir, íntegra, la nota de la maestra Elaine. Ella redactó, en su muro Meta: “De entrada les digo que las fotos no harán mucho el honor. Son fruto de mi emoción que apenas me dejó medio enfocar el objetivo.
Me fui hasta Coro el sábado para ver en el Teatro Armonía Las venas abiertas, el Concierto performático del Grupo Teatro La Rosa, dirigido por mi querida profesora Roxana Pineda. La Rosa está en Venezuela participando del Festival Internacional de Teatro Progresista. Durante todo el viaje iba evocando los días dichosos que vivimos en el castillo de Hamlet. En Elsinor. La Facultad de Teatro que hasta hoy sigue siendo la casa de muchxs de nosotrxs. Qué alegría ir por los recuerdos de esos años mientras las serranías del camino hacia Coro me amparaban. Ahí estaban -cuando llegué- en la faena del montaje: Ro Pineda (maestra cantora), Esther Martínez (guitarrista) y Alejandro Yera (clarinetista). Los abracé y fue como abrazar a Cuba toda.
El Concierto performático, dirigido también por Roxana, es una remembranza de Eduardo Galeano, con algunos de sus textos más queridos. Dejándose narrar por medio de un repertorio precioso de canciones cubanas y latinoamericanas. Qué hermoso les quedó. Tal parecía una velada intima en uno de esos patios interiores de cualquier casona colonial de Coro. Había en la sala un silencio ritual que sólo se interrumpió cuando, casi a mitad del espectáculo, Ro, parada en medio del proscenio, cantó Te doy una canción. Entonces una sonoridad de aplausos sinceros cortó el aire. El sonido lo resolvieron en forma acústica, sin trampitas, directo al corazón. Le dije a Ale Yera que su presencia en escena era muy acogedora. Además de lo hermoso del sonido de su clarinete. En tanto, Esther, tronco de guitarrista, me sorprendió con una entrega que era a la vez, emoción corporal y sonido vibrante. Y qué diremos de la Pineda. Qué tipa ésta. Cuánta entereza y belleza. Qué voz dulce la de Ro, al tiempo que potente y conmovedora. Cuánta sinceridad en su presencia. Un míster sentado a mi lado me preguntó por qué esta mujer no se habría dedicado a cantar. Le respondí que Roxana Pineda se define como una actriz que canta. Derroche de oficio y de vitalidad.
El espectáculo terminó con la sala de pie a los gritos de Viva Cuba.
Se puso bonita la noche coriana…. Bonita, La Rosa cubana, Galeana…
Recién escribía en un comentario Meta: “Estos compañeros (los de Ecuador), pasaron por Maracaibo con más pena que gloria. Aunados a un espectáculo trasnochado y con pretensiones de un realismo muy poco mágico, los soldaditos de Quimera, junto con su decepcionante reinex, no hicieron otra cosa que maltratar al personal encargado de atenderles, con sus desplantes y caprichos. Despreciaron un Teatro, el Baralt, con más de catorce décadas recibiendo a verdaderas estrellas del escenario y subestimaron a priori la experiencia y calidad profesional de sus anfitriones. Si la pieza hubiese sido de verdadera calidad superior, también habría impresionado tanta insolidaridad y descortesía. La Trinchera debería saber que aquí también hemos sido Quimera, pero necesitan urgentes dosis de humildad teatral y solidaridad ética para con los teatristas del resto de su ombligo. Con experiencia les digo que no son tan buenos como se creen y que su obra y el lenguaje estético de su puesta en escena brilló en nuestros teatros durante el siglo pasado. No son voces prodigiosas y mucho menos corporeidades tan asombrosas como ellos creen. Quizás la carreta que usaron podría referir algunos de aquellos montajes brechtianos que hicieran nuestros maestros, Curiel, Lejster, Izaguirre o Pinto. Era teatro político y sin ínfulas pequeño-burguesas.
Deberían aprender de los mexicanos y los portugueses y aún del Mambrú de Maracaibo, donde toda ceremonia teatral comienza con un saludo: Público, respetable Público…
Porque, esa gente que ni saludas y maltratas, al rato se sentará a verte sobre el escenario y ahí sí que estarás desnudo.
Necesitaba escribir, a nombre de mis compañeros maltratados por estos visitantes, estas impresiones.
Deus ex machina, también es temperamento y espíritu. La paz es un saludo profundo desde el alma. Y esa es la verdadera idea de nuestro Festival Internacional de Teatro Progresista de Venezuela.
Gracias, maestro Carlos Arroyo, por brindarnos una semana inolvidable de amor y confraternidad. Los de Ecuador quizás entiendan que por acá los esperamos de nuevo: más humanos y mejores artistas…Salud…!!!”
Opto entonces por bailar y bailar, como Teseo cuando amarra en su cintura el hilo de Ariadna y se va en procura de encontrar al Minotauro, tan sólo para abrazarlo y dedicarle una canción especial, un monólogo terco y empecinado, digamos que el mismísimo William Shakespeare:
HAMLET y dos cómicos
Salón del palacio.
HAMLET. Dirás este pasaje en la forma que te lo he declamado yo: con soltura de lengua, no con voz desentonada, como lo hacen muchos de nuestros cómicos; más valdría entonces dar mis versos al pregonero para que los dijese. Ni manotees así, acuchillando el aire: moderación en todo; puesto que aun en el torrente, la tempestad, y por mejor decir, el huracán de las pasiones, se debe conservar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión. A mí me desazona en extremo ver a un hombre, muy cubierta la cabeza con su cabellera, que a fuerza de gritos estropea los afectos que quiere exprimir, y rompe y desgarra los oídos del vulgo rudo; que sólo gusta de gesticulaciones insignificantes y de estrépito. Yo mandaría azotar a un energúmeno de tal especie: Herodes de farsa, más furioso que el mismo Herodes. Evita, evita este vicio.
CÓMICO 1.º.- Así os lo prometo.
HAMLET.- Ni seas tampoco demasiado frío; tu misma prudencia debe guiarte. La acción debe corresponder a la palabra, y ésta a la acción, cuidando siempre de no atropellar la simplicidad de la naturaleza. No hay defecto que más se oponga al fin de la representación que desde el principio hasta ahora, ha sido y es: ofrecer a la naturaleza un espejo en que vea la virtud su propia forma, el vicio su propia imagen, cada nación y cada siglo sus principales caracteres. Si esta pintura se exagera o se debilita, excitará la risa de los ignorantes; pero no puede menos de disgustar a los hombres de buena razón, cuya censura debe ser para vosotros de más peso que la de toda la multitud que llena el teatro. Yo he visto representar a algunos cómicos, que otros aplaudían con entusiasmo, por no decir con escándalo; los cuales no tenían acento ni figura de cristianos, ni de gentiles, ni de hombres; que al verlos hincharse y bramar, no los juzgué de la especie humana, sino unos simulacros rudos de hombres, hechos por algún mal aprendiz. Tan inicuamente imitaban la naturaleza.
CÓMICO l.º.- Yo creo que en nuestra compañía se ha corregido bastante ese defecto.
HAMLET.- Corregidle del todo, y cuidad también que los que hacen de payos no añadan nada a lo que está escrito en su papel; porque algunos de ellos, para hacer reír a los oyentes más adustos, empiezan a dar risotadas, cuando el interés del drama debería ocupar toda la atención. Esto es indigno, y manifiesta demasiado en los necios que lo practican el ridículo empeño de lucirlo. Id a preparaos…”.
Nuestro bienamado poeta Federico García Lorca aporta algunas ideas para intentar comprender las funciones de México (La Vaca 35), Portugal (Chapitó), Ecuador (La Trinchera) y Venezuela (Mambrú y Baralt Teatro) que por acá comparecieron: “Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. “Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre”, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión…”.
Ojo, es Lorca, no este cascado viejo pellejo que la vida os atormenta con su mirada hierofante (y verga)…Federico prosigue, esta vez con unos fragmentos de su legendaria conferencia, Teoría del Duende: “En toda Andalucía, roca de Jaén y caracola de Cádiz, la gente habla constantemente del duende y lo descubre en cuanto sale con instinto eficaz. El maravilloso cantaor El Lebrijano, creador de la Debla, decía: “Los días que yo canto con duende no hay quien pueda conmigo”; la vieja bailarina gitana La Malena exclamó un día oyendo tocar a Brailowsky un fragmento de Bach: “¡Ole! ¡Eso tiene duende!”, y estuvo aburrida con Gluck y con Brahms y con Darius Milhaud. Y Manuel Torres, el hombre de mayor cultura en la sangre que he conocido, dijo, escuchando al propio Falla su Nocturno del Generafile, esta espléndida frase: “Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende.”
(…) Y no hay verdad más grande. Estos sonidos negros son el misterio, las raíces que se clavan en el limo que todos conocemos, que todos ignoramos, pero de donde nos llega lo que es sustancial en el arte. Sonidos negros dijo el hombre popular de España y coincidió con Goethe, que hace la definición del duende al hablar de Paganini, diciendo: “Poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica”.
(…) Así, pues, el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: “El duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies”. Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto. Este “poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica” es, en suma, el espíritu de la tierra, el mismo duende que abrazó el corazón de Nietzsche, que lo buscaba en sus formas exteriores sobre el puente Rialto o en la música de Bizet, sin encontrarlo y sin saber que el duende que él perseguía había saltado de los misteriosos griegos a las bailarinas de Cádiz o al dionisíaco grito degollado de la seguiriya de Silverio…”. Ojalá pudiera continuar este intento por volar por sobre mi propia sensatez. No debo. Feliz Día antiguo del Teatro Venezolano. El mejor del mundo, sí señor…¡Salud!
Alexis Blanco