Escribo este texto, sentado en la primera fila del Teatro Baralt, a propósito de lo que será la regia velada de gala con la que aquí se conmemorará el Día Internacional de la Danza y el cuarto aniversario de la Compañía Danza Baralt, esta penúltima noche de abril 2025.
Escribo, poseído de la ilusión de que, a partir de estas líneas, este será mi rol dentro de este edificio: soy “la materia” mediante la cual el propio Teatro Baralt, con sus 142 años de historia y de tradición artística y cultural, revivirá, y entonces, expresará su visión imaginada acerca de los distintos niveles de calidad técnica y estética que ofrezcan los diversos espectáculos y eventos que aquí transcurran.
Un vasto ejercicio corporativo que el director general, Jesús Lombardi Boscán, ha creído pertinente emprender, con el objetivo de integrar cada vez más a la ciudad con todas estas ofrendas de inteligencia y amor que significa cada espectáculo presentado. El teatro sale a encontrar el alma, la inteligencia y la esencia de cada ciudadano. Resulta muy auspicioso que este proceso comience esta noche, cuando el Baralt salga a danzar con ese sentimiento cívico natural.
Como la gestión del arquitecto Lombardi Boscán navega con placer por las aguas de la posmodernidad y asume con deleite la integración de todas las herramientas tecnológicas disponibles, la nueva dimensión corporativa del edificio reconstruido por León Hoet, en 1936, fundamenta su accionar estratégico consolidando su valor patrimonial e histórico, es decir, su sentido tradicional.
Tradición y vanguardia que registra al Baralt desde su “Spiritus loci", es decir, esa frase latina que significa "espíritu del lugar". Wikipedia nos informa que, “en el contexto moderno, representa la atmósfera, la identidad y la esencia única de un lugar, más allá de ser simplemente un espacio físico. Se puede entender como el carácter distintivo que un lugar tiene debido a su historia, cultura, paisajes y la conexión con la gente que lo habita”.
Un Teatro Baralt redivivo, decidido a coadyuvar, más que como una suerte de “crítico de arte”, como un “coach motivacional”, un ente motivador, instigador y un concitador de miradas más profundas y especializadas en los distintos géneros y disciplinas. Nadie sabe más de teatro en esta ciudad que él mismo Teatro Baralt, ténganlo por seguro. Helo aquí…
Conmovido y feliz ante el extraordinario esfuerzo que ha capitaneado el joven maestro, Alexander Ventura, quien ha realizado un conmovedor homenaje a Sasha Gibon y Nedo Vojkic, pareja hermosa que desarrolló varias generaciones del gran arte del ballet en esta ciudad. Hemos visto personas con los ojos lacrimosos viendo y escuchando a la maestra Sasha contar su propia historia.
Un video de excelente factura técnica audiovisual cuyo momento sublime ocurre cuando un grupo de ex bailarinas del Ballet de Maracaibo, esparcidas por distintas ciudades del orbe, bailan una coreografía infinita. Les aseguro que esa conmoción colectiva es lo que filósofos y académicos intentan explicar pero no les alcanzan las palabras: ARTE.
El maestro Ventura estrenó su Adagio (significa “Lentamente”), una “Oración de amor” que ha producido y dirigido para la Compañía Danza Baralt, con Beidis Orellana, Lis Bermúdez, José Ramírez y Juan Cazano, más la participación, en calidad de invitadas especiales, de María Guadalupe Blanco, Cristina González, y Valeria Suarez, bailarinas del Ballet Clásico “Grazyna Yeropunov”, con música desde La Pasión según San Mateo, de Johan Sebastian Bach, interpretada en vivo por el pianista Rafael Mezher y el cantante Ángel Chávez, Director Artístico de la Coral URU.
El trabajo audiovisual es el documental realizado por Pablo González, Comisionado de la Unesco en Venezuela, además del video In Memoriam, un concepto creativo a cargo de Karen Andriopoulos, Nathalia Jiménez, Patricia Casas y Alexander Ventura, con la participación especial de ex bailarinas del recordado Ballet de Maracaibo.
Después subió al escenario otro gran maestro, el Caballero de las Artes y las Letras de Francia, Víctor Fuenmayor. Con la mesura y sobriedad que le identifican, resaltó el carácter litúrgico universal que toda gran ceremonia dancística contiene por naturaleza. Toda la Gran Sala respiraba esa energía evocada por el genio. También hablaron, Alexander Ventura, quien resaltó que el arte siempre nos hará mejores seres humanos, y el director Lombardi felicitó a los presentes por estar esa noche compartiendo una brillante sesión de vuelos y sentires.
Después hubo esa proyección del video que refleja la identidad y coherencia artística de Danza Baralt, donde las poderosas imágenes de ese artista de la fotografía, Snow Buda, así como las de Juan Mantilla, testimonia una acción de trabajo integral, coherente y multidisciplinario.
Inició el Ballet Juvenil Teresa Carreño-Núcleo Zulia, dirigido por el súper maestro Guillermo González, bailando Primavera, coreografía construida desde la música de la pianista venezolana Teresa Carreño y donde la noche perfiló su danzar de magias y azahares.
El espectáculo de cuerpos y gestos desafiando la gravedad continuó con Privet Estudio de Danza, dirigido por Amanda Morales. Una coreografía de Mariányeli Torres, titulada Punto y Aparte, con música de Arturo Cardeluz, permitió a unos nubiles cuerpos “escribir silenciosamente los puntos suspensivos de una historia que renace”.
Después entraron las hermosas bailarinas de la Escuela de Ballet “Grazyna Yeropunov”, dirigida por Vanessa Yeropunov, bailando Dejar Ir, con música de Music Production Steyl, “una pieza íntima y reflexiva que habla de los adioses, de las ausencias, pero también de la liberación que llega con el acto de soltar”.
Una grata sorpresa resultó disfrutar de Auroral Gala Gimnástica, en coproducción con Teorema Producciones, donde los poemas del cantor Israel Colina inspiraron a un formidable equipo de cuerpos mágicos bailando la coreografía de Adriana López, directora general, quien logró “una danza-poesía donde la fuerza femenina es aliento, voz y latido”. Suspirábamos…
El Ballet Pocetka derrochó virtuosismo con una niña preciosa moviéndose al compás de las síncopas nada fáciles del genio musical ruso Piotr Ilych Tchaikovsky. Mircia Larreal, directora académica y Aura Romero, directora artística, presentaron Sugar Plum, “un clásico que se renueva en cada paso, delicadeza cristalina sobre las tablas”. Un duende estremeció al espectador Baralt.
La maestra Marisol Ferrari es un referente fundamental para la historia de la danza en América Latina. Por ello, cuando Denys Luque, director artístico de Danzaluz, institución fundada por la creadora de Azudanza, premiada varias veces por su trabajo, escribió el mensaje regional vinculado al Día Mundial de la Danza, sus primeras líneas reconocen esa influencia insoslayable.
Un artista especialista en vibraciones, sordomudo, estrenó esta noche su más reciente coreografía, San Antonio, deliciosa pieza que se danza con instinto de redentor contagio, “una ofrenda danzada, fiesta de identidad y devoción”, con un detalle supremo: la música original compuesta por Enrique Rincón, quien sin duda es el más importante constructor de sonidos excelsos para ser bailados. Más de un centenar de piezas (me quedo corto, sin exageración alguna) avalan esta impresionante trayectoria de un talentoso músico ilimitado, con su máscara.

Noticia al Día/Alexis Blanco