Los dedos del Creador y del hombre, pintados por Miguel Ángel en la bóveda de la Capilla Sixtina, parecían transmitir el espíritu que envolvía el histórico encuentro entre la Iglesia Católica y la Iglesia de Inglaterra. Bajo la mirada del Papa León XIV y el Rey Carlos III, se celebró una oración conjunta que marcó un nuevo paso en el diálogo ecuménico, algo sin precedentes desde la ruptura iniciada hace cinco siglos.
La jornada comenzó a las 10:50 a. m., hora local, con la llegada de los monarcas británicos al Vaticano. Recibidos con honores de Estado en el Patio de San Dámaso, la ceremonia incluyó la interpretación del himno “Dios Salve al Rey”. Mientras la reina Camila visitaba la Capilla Paulina, el Rey Carlos se reunió con el Cardenal Pietro Parolin. A las 12:20 p. m., dio inicio la oración ecuménica en latín e inglés, como parte del Jubileo de la Esperanza, reafirmando el compromiso espiritual del monarca británico.
El evento también conmemoró el décimo aniversario de la encíclica Laudato Si’, destacando el compromiso compartido con la sostenibilidad ambiental. El himno de apertura, interpretado por san Ambrosio y traducido por san John Henry Newman —exanglicano y futuro Doctor de la Iglesia—, simbolizó el puente entre tradiciones. Participaron el arzobispo Stephen Cottrell de York y representantes católicos y anglicanos del Reino Unido. Los coros de la Capilla Real de Santiago, la Capilla de San Jorge y la Capilla Sixtina entonaron salmos y el himno “Si me amáis” de Thomas Tallis, mientras el Papa y el arzobispo oraban por la unidad cristiana.
Tras la ceremonia, León XIV y Carlos III participaron en una reunión sobre sostenibilidad ambiental, organizada por la hermana Alessandra Smerilli. El intercambio simbólico de orquídeas Cymbidium representó su determinación conjunta de proteger la creación y promover un futuro sostenible.
Por la tarde, la Familia Real Británica visitó la Basílica de San Pablo Extramuros, históricamente vinculada a la Corona Inglesa. Allí, el cardenal James Michael Harvey y el abad Donato Ogliari ofrecieron una silla con el escudo real y la inscripción «Ut unum sint» (“Para que sean uno”), evocando el Evangelio de Juan y el anhelo de unidad.
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