La princesa Diana no solo fue una figura importante en la historia de la realeza británica, sino también un ícono de la moda cuya influencia sigue vigente hasta la fecha. Su estilo único, especialmente en los meses de otoño, personificaba la elegancia relajada y el chic atemporal, convirtiéndola en la musa perfecta para la moda de esta temporada.
Diana, ícono de la elegancia
Ninguna figura del entretenimiento o la moda ha logrado igualar su impacto. Todavía hoy, rescatamos imágenes de la entonces princesa de Gales para inspirar nuestros atuendos.
Diana tenía un don para transformar prendas clásicas en looks icónicos. Sus combinaciones de pantalones de tweed, suéteres de punto grueso y abrigos largos son ejemplos de su habilidad para fusionar la tradición con la modernidad, algo que tuvo que aprender al unirse a la realeza inglesa.
Y sin saberlo, también fue pionera en incorporar el amarillo mantequilla (uno de los colores más populares del 2025) en su guardarropa, una prueba más de lo visionaria que era Diana.
El legado benéfico de su estilo
Poco tiempo antes de morir, Diana vendió varios de los trajes que formaban su sofisticado armario para destinar los fondos a obras benéficas. Maureen Dunken, de Florida, adquirió trece de estas piezas. Hace tres años, tras una delicada situación financiera, se quedó con tres de los vestidos y entregó el resto a la casa británica Kerry Taylor. Las diez prendas se subastaron en un evento al que asistieron fashionistas y admiradores de la Princesa de Gales, recolectando casi un millón de euros.
El traje que alcanzó el valor más alto fue el de terciopelo azul oscuro del diseñador Victor Edelstein, con el que Lady Di se lució en un baile con John Travolta; lo adquirió un señor para su esposa por 278.400 euros. Otro vestido vendido fue uno de color negro, también de terciopelo, diseñado por Catherine Walker, que Diana utilizó en 1997 para una sesión fotográfica de Mario Testino para la revista Vanity Fair.
Noticia al Día/Vogue