Los recursos de internet nos indican que fue un 28 de octubre de 1944 la inauguración del colegio Simón Rodríguez de Maracaibo, allí en la 2 "El Milagro".
Esta mañana fuimos a visitarlo para mostrarle su fachada y el busto del Maestro de nuestro Libertador, del hombre que cimentó las bases de la educación, dio forma de ciudadanía a aquella sociedad naciente.
Al llegar dos mujeres del personal obrero, con cariño se dedicaban a barrer las hojarascas de los árboles (Ana y Elizabeth) y como portera quien dice orgullosa que tiene 31 años dedicados a la institución. Elizabeth lleva 21 años.
La matrícula
El número de alumnos es de 200 y pico. Cuando llegamos ya los párbulos estaban en sus aulas escuchabdo sus clases. Una paz se sentía en el aire, los pasillos iluminados por el sol de Maracaibo, un jardín interior y en el salón de entrada, a la izquierda el arbolito de Navidad.
El Gran Samuel Robinson
Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez con la distinción que su magisterio amerita.
Este ilustre pensador, pilar fundacional de la educación en Hispanoamérica, vino al mundo en la metrópoli de Caracas, Capitanía General de Venezuela, el 28 de octubre de 1769.
Su vida, que se prolongó hasta 1854, fue una epopeya de ideas tan audaces y rupturistas que le valieron el título de "El Sócrates de Caracas". Su destino, sin embargo, se selló en el crisol de su principal discípulo: Simón Bolívar.
La influencia de Rodríguez sobre el Libertador no fue meramente académica, sino una formación esencial del carácter y el espíritu. Esta deuda moral y filosófica fue reconocida por Bolívar con palabras de inigualable peso y fervor.
Si bien en su carta al General Francisco de Paula Santander (Pallasca, 8 de diciembre de 1823) el Libertador lo celebra como:
"un filósofo consumado, y un patriota sin igual, es el Sócrates de Caracas," es en la carta que le dirige directamente a su maestro, fechada en Pativilca el 19 de enero de 1824, donde Bolívar revela la magnitud de su formación ética y política:
"Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso."
Con esta frase cumbre, Bolívar no solo le rinde tributo, sino que sentencia que el motor de toda la gesta independentista fue sembrado por su maestro. Rodríguez le dio la hoja de ruta y el alma a la causa de la emancipación.
En un continente que necesitaba inventar su propia vía, el maestro proclamó: "O inventamos o erramos". Su legado es, por tanto, el de un visionario que comprendió que la República no solo se ganaba con espadas, sino forjando al ciudadano con una educación radicalmente nueva.
JC
Con recursos de internet