El Museo de Arte de Tovar José Lorenzo de Alvarado dio apertura a la exposición Figuración Onírica del artista zuliano Johan Galue.
El evento contó con la asistencia de artistas del Valle del Mocotíes y amigos de la cultura, quienes pudieron observar en las salas 2, 3 y 4 un cuerpo de obra significativo, mediante la Figuración como eje, y lo onírico como posibilidad discursiva.
La exposición estará abierta hasta el 10 de julio.
Figuración Onírica expresa el imaginario de Johan Galue (1979), cual festín de expresiones bidimensionales en clave surrealista que nos presenta en primera instancia un dossier accesible, el cual va alternando con imágenes que le pertenecen del todo, y que nos reclama una mirada atenta, con la retribución de un trabajo que alberga riqueza estética, plástica y discursiva.
Este joven zuliano ejemplifica la continuidad de la tradición pictórica zuliana en la actualidad, revestida de una pulsión vital de quien Susana Benko sitúa como: “Él en cierto modo parte de esta tradición, pero a fuerza de pasión y perseverancia, la renueva continuamente y es por ello uno de los principales representantes de una potente figuración que se está desarrollando actualmente en Venezuela”.
El Museo de Arte de Tovar José Lorenzo de Alvarado funge como escenario expositivo para un cuerpo de obra honesto y contundente, que en lo prolífico demuestra el tesón de Galue, evidente de observar desde las nociones de lo figurativo y de lo onírico, pero no como marco único, sino como el acercamiento primario de acompañar a este artista en su indagación por la realidad misma. En ese sentido, 3 salas del museo se vertebran desde 3 posibles ejes, lo cuales hemos distinguido como: Lo onírico-real, seres en metamorfosis y linde a lo abstracto, a los cuales, en un guiño a Jung, planteamos como paradigmas, que beben del psicoanálisis para expresarse en el arte.
Iniciamos con lo onírico-real en la obra de Galue, categorías que parecieran rechazarse la una a la otra, pero que en sala observamos como la posibilidad discursiva de un imaginario dispuesto a modo de escenarios en los que el artista renuncia a la lógica de la representación equiparable a lo real-común para generar una, espíteme propia, donde lo real deviene de una relación especial con la existencia, de un interés ontológico particular, muestra de ello lo observamos en la amplitud de las obras en sala, pero especialmente con En este lugar, gente nueva aparece sin saber quiénes son, y en Quién sabe dónde estamos, espacios no solo para la contemplación estética, sino para indagar en nuestra condición humana, desde las preguntas fundamentales enunciadas en el nacimiento del pensamiento y de la conciencia, y que en la contemporaneidad continúan como espacio fértil para observarnos.
El trabajo plástico de Galue es incansable, como hemos afirmado, él logra dominar un impulso creativo que abunda en una búsqueda ontológica, en este artista, la pintura, el dibujo y el híbrido entre ambos funciona como camino introspectivo para analizar no solo lo propio del ser, sino aquello que compartimos como humanidad, y justamente de esa hibridación tanto material (pintura, dibujo= collage) como conceptual (la mirada al ser que se transforma), proponemos a seres en metamorfosis como la segunda posibilidad de abordar la obra en sala. En Metamorfosis 3, se intuye la identidad desde el fragmento, no solo de planos, sino de partes del cuerpo sin aparente coherencia, justamente como metáfora de la continua construcción que somos. En relación con esta, la idea Mi árbol es una metamorfosis, en una solución formal que reúne lo humano y lo vegetal como si de un mismo cuerpo se tratara, cual planta cuyos frutos-seres evocan lo procesual de la constante transformación del ser.
Metamorfosis coincide estilística y conceptualmente con el eje anterior descrito; sin embargo, nos atrevemos a enunciarlo dentro del linde a lo abstracto, pues la obra plantea un escenario cuyo protagonista evidencia un proceso de transformación tal que incluso rompe y desborda la forma para ser gestualidad pura.
Este eje lo completa Mujer con gorro amarillo, que en conjunto a la primera, consideramos que contienen una potencia y particularidad tal que ameritan su mención especial, esta última nos ilumina en la multitud de ocasiones que en la historia del arte se ha retratado a la mujer con algún accesorio coronando su cabeza, desde La Joven de la perla (1667) , propia de la tradición barroca neerlandesa de Vermeer, pasando por Joven campesina con un sombrero de paja amarillo (1890) de Van Gogh, hasta obras más cercanas cronológica y estilísticamente como Busto de mujer (1943) de Picasso, quien desde la vanguardia cubista logró fragmentar la imagen, renunciando a la verosimilitud de la representación mimética, para abrir un camino que significó una verdadera trasformación estética, que en la contemporaneidad, Galue profundiza hasta lograr transitar de manera orgánica una fase abstracta dentro de una obra marcada por la figuración.
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