Diecisiete años de edad tenía Carmelo Niño cuando expuso, por primera vez, en aquel antiguo caserón donde para aquel momento funcionaba lo que hoy constituye el flamante Centro Bellas Artes Ateneo de Maracaibo. Corría el año 1968 y la ciudad veía como su joven comunidad artística efervescía de pasión contestataria y contracultural. Hubo entonces un grupo de estudiantes de la Escuela de Artes Plásticas Neptalí Rincón, donde ya sobresalía el talento de Carmelo Niño, que impresionó por igual a propios y foráneos.
Todo fue, en aquel entonces, como un increíble juego de estudiar, pensar, dibujar, pintar, proyectar, discernir, discutir y, por supuesto, hacer. El maestro Carmelo Niño, nacido en esta ciudad, el 30 de agosto de 1951, aún desarrolla su condición de artífice como ese mismo juego del crear, del pintar, del hacer.
Así consta en las primeras líneas de un texto magistralmente escrito por Bélgica Rodríguez, quien preside el Capítulo venezolano de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y quien ha escrito el fascinante texto REALIDADES ONÍRICAS, El Libro de Artista de quien estará presentándolo junto con ella, el próximo viernes 28 de abril, a partir de las seis de la tarde, en el CBA, donde también quedará inaugurada la exposición itinerante que lleva el mismo nombre y que estará a disposición del público, lego y especializado, hasta el 28 de junio, este mismo año. Luego corresponderá a Caracas, después Washington, Miami (donde comenzó su periplo) además de otras importantes capitales del arte continental.
Aquel grupo de muchachos militaba en la aparente inocencia de la frase de uno de sus archimentores, Pablo Picasso, quien les sugeriría, a todos, este guiño: "Todo niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer".
Carmelo estará en su ciudad de origen desde la próxima semana, junto con Bélgica, además de su esposa, Carolina Pirela, quien junto con Tito Güerere adelantará lo que será la museografía de la exposición que ocupará las salas Alta y Baja del CBA, incluyendo algunos otros ámbitos festivos. Según nos informaba el propio maestro artista, serán 33 pinturas de gran formato, más siete esculturas. Una suerte de cierre de un ciclo.
Noticia Al Día estará acompañando al amigo creador durante toda su estada en esta experiencia sobre la cual reflexionaba, desde su residencia en Caracas, donde oficiaba este conjunto de reflexiones, a modo de monólogo interior (¡Cómo está presente en su obra el gran teatro!). Por ahora, incluiremos, en exclusiva, algunos párrafos de un Libro que Niño no quiere vender sino regalar a instituciones y entidades públicas y privadas, involucradas en estos asuntos de promover y divulgar el arte.
Con esa voz suya, de Colombina tejiendo los rombos del traje de su Arlechino, doña Bélgica Rodríguez pareciera leernos. Imaginemoslo. Juguemos a interpretar a Carmelo Niño desde el sentido lúdico que, según él mismo confiesa, regodea su constancia de pequeño gladiador del circo romano:
“Carmelo Niño, con voz suave y ademanes pausados, muestra en cada palabra, en cada gesto, en cada paso, la pasión por el dibujo y la pintura que lo sostiene desde niño. Para él, lo absolutamente necesario es pintar, dibujar, estar rodeado de pinceles, de óleos y acrílicos, de libros, de obras en proceso, de otras ya terminadas y de aquellas que fijas sobre el muro o sobre el caballete se impregnan de la energía del artista a tiempo completo. Largas horas en el taller le conducen a conocer lo que el arte es capaz de provocar en su espíritu. Muchas historias comparten su vida y su obra; son secretos que guarda en compartimentos de la memoria, del recuerdo y también de la nostalgia. Secretos revelados en los singulares e imprescindibles temas que pueblan su obra. Sueños, pertenencias, desarraigo, encuentros y despedidas, invaden el ánimo de sus personajes. Carmelo Niño no está solo, vive en un paisaje de hermosa neblina que cada día retoca con sus brochas y pinceles para llegar a los colores de la felicidad…”.
Y así, como o desde la neblina, emerge su voz de floricultor en Galipán emparamado: “Realidades Oníricas es un proyecto que se inició en agosto pasado, en Miami, en la Ascaso Gallery, en todos los formatos y que terminó siendo muy concurrida y exitosa, lo que nos instó a crear esta exposición itinerante, que comenzará el viernes 28 en mi ciudad nativa, en su Centro de Bellas Artes, en ocasión de su septuagésimo aniversario. Luego continuará por Caracas, Washington, otra vez Miami y quizás otras destacadas capitales…”.
Luego sorbe el aire, como si degustara una helada agua de coco, quizás con un toque de fino scotch, y prosigue: Son piezas realizadas durante los últimos dos años, más o menos, con una temática expresionista, lo cual ha caracterizadp mi trabajo en mis últimos años. Vos para mí siempre serás mi amigo, “El Chamo” y debo confesarte: Me siento honrado por iniciar el recorrido de esta muestra en Maracaibo, que es mi ciudad…Tuve que hacer un esfuerzo para imponer mi criterio de iniciar el recorrido de esta itinerante acá. Sabes muy bien que de alguna manera cierro un ciclo, pero también debo decir que para mí era un punto de honor, digámoslo así…Maracaibo es mi ciudad y la ciudad de donde partí y comencé a proyectarme hacia otros lugares. Bellas Artes fue la galería donde hice mi primera exposición, a los 17 años, en una casa antigua, donde se hacía muy buenas exposiciones.
(…) Antes de venirme a residenciar en Caracas, mi última posición fue allí, en el Bellas Artes. En el año 85. Para mí es un honor estar disponible en el marco de estos 70 años de celebración. Le debo muchas cosas al señor Oscar d´Empaire. Ël representó un enorme apoyo para mí. Fue quien comenzó a proyectarme fuera del país. En una oportunidad don Oscar invitó a Maracaibo al crítico de arte José Gómez Sicre, crítico cubano (“El inventor de José Luis Cuevas”), quien vivía en Washington y que dirigía la galería de la Unión Panamericana, es decir, lo que es hoy el Museo de las Américas, en Washington…”.
Gómez Sicre pasó un día completo en el taller de aquel alucinado joven Niño, para luego invitarlo a hacer una exposición en la OEA junto con el también joven talentoso, el fotógrafo Julio Vengoechea.
En el año 2014, el talentoso gerente cultural de Maracaibo, Yamid García, presidía la Feria Internacional de Arte y Antigüedades de Maracaibo, cuando, por iniciativa de la incansable promotora artística, Beatriz Canaán de Rincón, se dispuso que el artista homenajeado de aquel año fuese el maestro don Carmelo Niño. A partir de allí surgió una amistad proactiva que ahora hace que Yamid sea el representante fundamental de él para esta trascendental operación estético-cultural.
En el interín, Carmelo hizo una confesión insoslayable a su pana, “El Chamo”: “Me encanta servir, ofrendar, agradar a la gente. De no haber sido artista habría sido chef”.
Todos creemos en este sentido al hombre notable, de 72 años aún no cumplidos, a quien García perfila como un ser “muy hermoso, por humano, sencillo, espléndido, empático”.
Un artista superior (de quien el inolvidable crítico de arte, el poeta Hugo Figueroa Brett, anunciaba como el único de su generación que de verdad había “trascendido las grandes ligas del negocio internacional del arte”. Alguna imaginaria larguísima bocanada y entre las volutas bien podría escucharse su voz de barítono de signo virgo:
“Últimamente he estado haciendo esculturas. El viernes 28 mostraré siete recientes, lo cual es parte de mi discurso como artista. Yo no me considero escultor, yo me considero un artista, con las facultades para abordar tanto la pintura como el arte, el grabado, la escultura…Para mí el arte es integral: todo es pintura. Para mí es lo mismo ser escultor que pintor, grabadista e incluso ceramista”.
Entrecierro los ojos y veo a Carmelo, caminando junto con Günther Castillo, Edgar Pacheco y Filiberto Cuevas, caminando hacia aquella otra casa de estilo petrolero, detrás del CBA, donde siempre estaban reinventándose cosmogonías para plasmar.
“La verdad que me siento muy contento y muy conmovido por esta receptividad que la exposición ha estado teniendo, aún sin haberla inaugurado…Los comentarios son muy positivos, lo cual augura una gran inauguración y una exposición significativamente importante.Espero contribuir con esta muestra al refrescamiento de la actividad plástica en Maracaibo. Es decir, con la reactivación de los espacios expositivos en esta época tan compleja. Me siento contento de aportarle algo a los más jóvenes, a los que vienen atrás, los que continuarán, digámoslo así, el movimiento plástico del Zulia, que es un movimiento que siempre ha sido muy importante en Venezuela…La llamada Escuela de Maracaibo, de la cual formo parte, aunque no estoy muy de acuerdo con ese nombre. Creo que fuimos un grupo o un movimiento que en algún momento surgió. Nos reuníamos en la ciudad y hacíamos vida juntos en la misma academia de arte Neptalí Rincón y nos veíamos todos los días y nos reuníamos siempre…Nos visitábamos en los talleres, trabajamos juntos y de ahí surgió este movimiento de dibujantes de Maracaibo que tanta repercusión tuvo en Venezuela, donde pudimos alcanzar varios premios, en Caracas, en los salones que se hacían en la época, con jóvenes artistas. Un movimiento que pisó fuerte en Caracas. Luego, varios nos venimos y aquí, en Caracas, continuamos en la misma tónica que veníamos abordando. Coincidimos en la misma galería, Centro de Arte Euroamericano, con Ender Cepeda y Ángel Peña,
El movimiento tuvo mucho éxito y participamos en Bienales como las de Venecia. Sao Paulo y París…”.
Aparte, tuvimos la suerte de vivir y protagonizar un momento muy importante en Venezuela en cuanto a la cobertura, en la parte cultural de los medios, de las exposiciones…Era increíble ver como los domingos o los días de exposiciones, la gente asistía. Fue una época de oro.
Más adelante empecé a trabajar con varias galerías. Trabajé con la Freites. Hoy tengo 20 años trabajando con la Ascaso y es la que ha unido institucionalmente esfuerzos con el centro Bellas Artes para que se dé esta cita crucial. que así como disfrute pintándola espero que todos vengan a disfrutarla, el viernes 28, seis de la tarde…”.
Cada cuadro es una historia, pero de ello iremos conversando después: “Nunca me he forzado en pintar. He dejado que la pintura fluya, desde muy muchacho…Habrá sido como un gran río que he dejado correr. Comencé dibujando de manera elemental, con un lápiz, después carboncillo, tinta china y así fui abordando el color, después las masas, etcétera, pero de una manera natural, nada impuesto, y así ha sido siempre mi discurso: basándome en esa información que constantemente retroalimento. Al comienzo tuve muchas influencias. Desde la más importante, que fue Francisco Hung. Desde niño estuve con él y, como a los más interesados en su magisterio plástico, él me aportó muchísimo. He tenido muchas influencias, aunque recientemente me encanta lo que hacen los alemanes. Hay un artista que me fascina, Anselm Kiefer Creo que es un titán de la pintura actual, un auténtico genio. Me encanta su pintura. Lo estudio, lo veo y visualizo y llevo esa influencia en mi obra”. Desde el pensamiento de Kiefer, el periodista endosa esta idea suya, capturada en google: “No pinto porque el lienzo esté vacío. Comienzo a pintar porque he tenido una experiencia muy fuerte. Cuando estoy abrumado por algo que me mueve, algo que es más grande que yo. Puede ser una experiencia real con una persona, un paisaje, una pieza musical o un poema. Si realmente estoy sorprendido por algo, tengo que actuar en consecuencia porque me sobrepasa. Los críticos siempre dicen que mi objetivo es abrumar, pero en realidad, yo soy el que está abrumado. Eso es lo que sucede cuando creo. Si no te sientes abrumado, ¿por qué estás vivo? De lo contrario, no hay ninguna razón para estar aquí”, explica en una entrevista a la escritora experta en arte, Elena Cué.
Experta también. Y además, muy nuestra, doña Bélgica, quien cierra este extenso relato introductorio, con otro fragmento de estas hermosas REALIDADES ONÍRICAS:
“En Carmelo Niño la imaginación fecunda se nutre del vuelo entre el espíritu, la realidad, el sueño, el subconsciente y la creación: la certeza de quien desea ser un buen pintor. Por ello demanda de su propio esfuerzo, dedicación y terquedad para convertir la pintura en religiosidad de su propio uni- verso. Con radiante alegría y con energía planetaria capaz de mostrarle las regiones más sublimes de lo apolíneo y lo dionisíaco, se aleja de la seducción de la abstracción geométrica para contrarrestar fuerzas ajenas a su sensibilidad y poética visual…”.
(…) Cada pieza suya constituye un epítome extraordinario de la relevancia que alcanza todo su trabajo plástico. Al no interesarle los códigos representacionales per se, toma distancia de las convencionalidades académicas para crear un lenguaje pictórico especulativo y seductor, un alfabeto visual sustentado por circunstancias creativas más contemporáneas. Se centra en las variantes que puede tener un mismo tema al dis- tanciarse de la cualidad ilustrativa que normalmente conlleva todo tema figurativo. Por ello recrea montajes escenográficos con personajes inventados y contrafiguras dispuestas sobre el soporte según un determinado orden compositivo, personajes que con gran libertad expresiva ubica frente al espectador en- cerrados en una soledad que es la de todos: cada uno con una vida íntima dentro de la del otro…”.
Por Alexis Blanco