Miércoles 27 de noviembre de 2024
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Anatomopatólogo trujillano expondrá la autopsia de Cristo el 22 en el Teatro Baralt

Por Alexis Blanco Ocho horas antes de sucumbir ante la crueldad de sus victimarios, Cristo es oficialmente condenado por Poncio…

Anatomopatólogo trujillano expondrá la autopsia de Cristo el 22 en el Teatro Baralt
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Por Alexis Blanco

Ocho horas antes de sucumbir ante la crueldad de sus victimarios, Cristo es oficialmente condenado por Poncio Pilatos: “Dejó, pues, en libertad a Barrabás y sentenció de muerte a Jesús. Lo hizo azotar, y después lo entregó para que fuese crucificado..”. (Marcos 15:15). Luego sería un horrendo suplicio que magnificaría la fuerza de su fe y su pasión, un acto de piedad infinita, de heroísmo superior, de sacrificio portentoso del cual hoy más que siempre estaremos agradecidos.

Sobre la dimensión humana, sobre la naturaleza, causas y efectos de sus laceraciones y heridas mortales, disertará el próximo miércoles 22 de marzo, a las 3 en punto de la tarde, en la sala baja del Teatro Baralt, un auténtico sabio, humilde y sencillo como él, el reconocido especialista doctor Alberto Briceño. El anatomopatólogo trujillano disertará acerca de lo que fue el conjunto de graves lesiones que condujeron a la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Una conferencia abundantemente ilustrada que involucra una revisión científica del mayor crimen cometido en la historia de la humanidad.

En la sala Sergio Antillano del Teatro Baralt, los asistentes constatarán esta excepcional experiencia con la anatomía patológica, que es “un área de la Medicina que estudia las bases morfológicas de la enfermedad. El origen de la Anatomía Patológica es tan antiguo como la Medicina, ya que se basa en la observación directa del órgano enfermo. Con el tiempo ha ido incorporando diferentes métodos como la observación microscópica basada en técnicas histológicas, histoquímicas, microscopia electrónica, inmuno-histoquímicas, y más recientemente, de las técnicas moleculares de especial aplicación en la patología del cáncer”.

Hijo ilustre de la pintoresca población de Pampán, el doctor Alberto Enrique Briceño García se graduó de médico cirujano en la Universidad del Zulia y realizó estudios de postgrado en la Universidad Autónoma de Barcelona, en España. Actualmente conduce el servicio de anatomopatología del hospital José Gregorio Hernández, de la ciudad capital del estado andino.

La Fundación Teatro Baralt, el hospital Dr José Gregorio Hernández de Trujillo, la Sociedad Anticancerosa, capítulos Valera y Maracaibo y el Sistema de Orquestas Núcleo Centro auspician esta actividad, concitada por el periodista Alexis Blanco, premio nacional de Periodismo.

Hace poco leíamos por estas redes que “en 1870, el arquitecto francés Charles Rohault de Fleury catalogó todos los fragmentos conocidos de la cruz verdadera. Él determinó que la cruz pesaba 74,8 kilogramos, tenía tres o cuatro metros de alto y dos metros de ancho”. Es quizás el instrumento de tortura más célebre que se conoce. Un símbolo de redención y de fortaleza espiritual extraordinario. También se habla de los látigos, lanzas, armas punzopenetrantes, piedras, palos y demás instrumentos con los que se torturó sin piedad ni misericordia al Nazareno bienamado de la mayoría de los venezolanos.

El doctor Briceño –comenta su hijo, el periodista Alberto Briceño Jr.- es uno de esos grandes apasionados por la ciencia, quien, a lo largo de su experiencia como patólogo clínico, e inspirado en su profunda devoción cristiana, decidió precisar con abundantes fuentes documentales el estudio de tales agresiones múltiples recibidas por quien entregó su vida inspirado en su designio sagrado y bendito. Ese indescriptible sufrimiento es esbozado, detalle a detalle, por un verdadero experto en definir las causas del fallecimiento de todo ser humano.

El doctor Briceño ha escrito libros como Estelas perdurables del hospital Dr José Gregorio Hernández, Los primeros años de Pampán y sus médicos, Una historia, un pueblo, un hospital, entre otros textos comprometidos con su propio juramento de Hipócrates.

Los textos de las Sagradas Escrituras, así como otras notables fuentes que ha ido cosechando a lo largo de su interés por el trascendental tema, inspiran las reflexiones del doctor Briceño García, quien, de manera amena y como si dictara una cátedra magistral, va deconstruyendo la histórica autopsia forense que, según su hijo homónimo, “va encaminada a determinar la causa de la muerte y las circunstancias de la misma, cuestiones a veces muy complejas de establecer, tras una breve introducción genérica a la autopsia médico-legal”.

La causa de la muerte, agrega, en el contexto médico-legal, es de dos tipos, ambos estrechamente relacionados entre sí: la causa inmediata y la causa fundamental. La vida tiene un trípode vital que hace que la misma exista por el funcionamiento coordinado de las funciones cardiaca, respiratoria y nerviosa; el motivo por el cual cesa al menos una de estas tres funciones y acaba la vida es la causa inmediata de la muerte”.

Luego determina cierto tecnicismo: “Las circunstancias de la muerte tratan de explicar básicamente si ha sido criminal (homicida), accidental o suicida, ya que este tipo de conclusiones son básicas para la investigación judicial. Para ello, el médico forense estudia minuciosamente el cadáver, primero la parte exterior (examen externo), y posteriormente las cavidades y órganos internos ubicados en el cráneo, en el tórax y en el abdomen…”.

Así las cosas, esta autopsia suscita un alto grado de empatìa: Sobre la mesa de autopsia se encuentra el cadáver de un varón, de aproximadamente 30 a 35 años de edad, identificado por un nutrido grupo de seguidores como Jesús de Nazaret, del que aseguran que tiene 33 años, hijo de José y de María, crucificado tras ser condenado.

Antes de ser crucificado, Jesús recibió muchos azotes, golpes, escupitajos y burlas. Le colocaron un manto púrpura, una corona de espinas y una vara de caña para burlarse de él como rey de los judíos. Luego, volvieron a vestirlo con sus ropas y se lo llevaron para crucificarlo. Lo llevaron a un lugar llamado Gólgota o "lugar de la calavera", donde fue crucificado. La muerte de Jesús fue muy dolorosa y humillante. La crucifixión se reservaba para los peores malhechores y se aplicaba con contundencia y crueldad.

Conclusiones de la autopsia de Jesús: Conociendo la lenta agonía y el mantenimiento de la conciencia casi hasta el último instante, con base en todas las consideraciones anteriormente expuestas, obtenemos las siguientes conclusiones médico-legales como las más probables:

a) Causa inmediata de la muerte: hipoxia-anoxia cerebral (hipoxia es disminución de la concentración de oxígeno en la sangre y anoxia es la ausencia total de oxígeno en la misma) consecuencia de hipovolemia (disminución del volumen de sangre) post-hemorrágica, de insuficiencia respiratoria mecánica (incapacidad para respirar adecuadamente por falta de movilidad) por graves lesiones en músculos intercostales, y de insuficiencia cardiaca.

b) Causa fundamental de la muerte: múltiples heridas inciso-contusas, equimosis, erosiones, excoriaciones y hematomas en la parte anterior y posterior del tronco.

c) Origen de la muerte: «Criminal». Así termina de manera concluyente esta «autopsia» al cuerpo de Jesús, basado estrictamente en los evangelios.

Según el relato bíblico, Jesús estuvo cerca de seis horas sobre la cruz antes de morir. Durante esas horas Jesús sufrió intenso dolor, deshidratación, soportó muchas burlas y maldiciones, además de sufrir la humillación de estar desnudo ante todos. Pero, aun en medio de ese marco tan horrendo, todos vieron que Jesús no era un ser humano cualquiera. Él era Dios encarnado, enviado para salvar y redimir a la humanidad. La muerte formaba parte de ese propósito divino.

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Alexis Blanco

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