Un 11 de marzo de 2020, el mundo se despertó con una noticia: la Organización Mundial de la Salud categorizaba, por primera vez, la emergencia sanitaria del coronavirus SARS-Cov-2 como una pandemia. La población, sin embargo, nunca imaginó la trascendencia que ello podía tener: a partir de ese día, y de forma casi inmediata, el planeta se frenó.

Siguiendo las directrices de esta institución, cada país aplicó las medidas correspondientes para reducir las tasas de contagios de la enfermedad, que iban desde confinarse de manera indefinida en el hogar, hasta llevar una mascarilla que cubriese nariz y boca.
Asimismo, una serie de recomendaciones se incorporó en los hábitos de todas las personas del mundo: utilizar gel hidroalcohólico con frecuencia, respetar la distancia de seguridad, usar guantes y, por supuesto, no acercarse sin protección a personas ajenas al núcleo familiar.
La situación comenzó a flexibilizarse a mediados de 2021, cuando la campaña de vacunación comenzó a dar frutos. A partir de entonces, los motores del mundo volvieron a ponerse en marcha y, de una forma u otra, los ciudadanos fueron dejando atrás las experiencias relacionadas con la pandemia, que algunos expertos califican de "trauma colectivo", para construir un nuevo mundo en el que hubo que aprender a convivir con este virus.
Calles vacías, negocios cerrados, trabajos a distancia, un metro y medio de distancia, protección de los niños, protección de los mayores y la llegada de las vacunas.
Se dice que 15 millones de personas fallecieron, pero la cifra no es oficial.


Noticia al Día/Nathional Geographic