Jueves 06 de marzo de 2025
Cultura

El encierro wayúu: De la niñez al legado de la mujer

Es un tiempo de aprendizaje, reflexión y conexión con sus raíces, donde las jóvenes se preparan para asumir su rol en la comunidad

Por Pasante1

El encierro wayúu: De la niñez al legado de la mujer
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En el corazón del pueblo wayúu, la llegada de la adolescencia no solo marca un cambio biológico, sino el inicio de un profundo proceso de transformación. A diferencia de otras culturas, donde este paso se da de manera espontánea, en la Guajira la transición de niña a mujer está guiada por un rito ancestral: el encierro. Más que una costumbre, es un acto de preservación cultural que ha resistido el paso del tiempo, adaptándose sin perder su esencia.

Esta tradición, que por siglos ha sido el pilar de la educación femenina en la comunidad wayúu, representa un tiempo de aprendizaje, disciplina y fortaleza. Las jóvenes, apartadas momentáneamente de su entorno habitual, reciben enseñanzas fundamentales sobre su identidad, su papel en la familia y su futuro. En este reportaje, exploramos de cerca este ritual, sus significados y la manera en que las nuevas generaciones lo han reinterpretado sin dejar de honrar sus raíces.

Foto: Rosell Oberto

En la Península de la Guajira, donde el desierto se encuentra con el mar Caribe, existe una tradición ancestral que marca el paso de niña a mujer: el encierro wayúu. Este ritual, transmitido de generación en generación, es mucho más que un simple aislamiento; es un viaje de transformación profunda que moldea el carácter y el espíritu de las jóvenes wayúu.

Durante este período de reclusión, cuya duración puede variar en la actualidad, las niñas son instruidas en los conocimientos ancestrales de su cultura. Aprenden sobre el tejido, la medicina tradicional, la danza y los valores fundamentales que las convertirán en mujeres wayuu íntegras. El encierro es un tiempo de aprendizaje, reflexión y conexión con sus raíces, donde las jóvenes se preparan para asumir su rol en la comunidad.

Foto: Rosell Oberto

A pesar de ser una práctica milenaria, el encierro wayuu sigue vigente tanto en la Guajira como en Venezuela, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder su esencia. Hoy, muchas jóvenes wayúu combinan esta tradición con sus estudios y actividades cotidianas, demostrando que es posible honrar el pasado sin renunciar al futuro.

El aislamiento y la preparación comienzan cuando la adolescente experimenta su primera menstruación, un evento que simboliza su entrada en la pubertad. En ese momento, es llevada a una habitación donde será aislada del resto de sus parientes y amigos. Décadas atrás, este período de aislamiento podía durar entre uno y tres años, dependiendo de las costumbres familiares y la región de la Guajira. Sin embargo, la realidad actual, marcada por la educación formal, ha reducido su duración.

Foto: Rosell Oberto

Ana González, miembro de la etnia wayúu, explicó a Noticia al Día: "El encierro no necesariamente debe ser en un cuarto, también puede ser en su casa, limitando la interacción con parientes y amigos. Así, puede durar meses, un año o incluso más. Asiste a clases acompañada de algún familiar, quien se encarga de cuidarla mientras va a la escuela. El objetivo principal es protegerla y formarla en las artes y costumbres wayúu".

Foto: Rosell Oberto

Durante el encierro, la adolescente recibe una serie de enseñanzas por parte de su abuela o su madre. Estas le enseñan habilidades esenciales para la vida adulta, como el cuidado del hogar y la artesanía. El aprendizaje del arte del tejido, por ejemplo, es crucial, ya que los wayúu son conocidos por sus coloridas y detalladas mochilas y chinchorros. Se le inicia en el tejido tanto para el uso diario de los miembros del hogar como para su comercialización.

"Para nosotros es importante que aprenda sobre artesanía, porque esto le permitirá comercializarla y tener independencia económica. Le explican por qué es importante que aprenda estas actividades. Cuando son adultas y comienzan a asumir responsabilidades, le agradecen a sus mayores haberles brindado estas enseñanzas, ya que les han servido para defenderse en la vida", indicó González.

Foto: Rosell Oberto

A la adolescente la instruyen en el tejido y en las labores domésticas de forma oral. Al finalizar el encierro, no debe volver a jugar con niños y niñas menores que ella. Comienza a colaborar en su vivienda con los oficios del hogar, prácticas que realiza durante su crecimiento.

González comentó: "Se les prohíbe jugar con niños porque después estos no las respetan. A mí me permitieron jugar con niñas, pero debía imponer respeto. Sin embargo, en mi casa me aconsejaban que tuviera comportamientos de niña grande. Por ejemplo, si mi madre cocinaba, yo debía lavar los platos, barrer el patio, lavar la ropa, limpiar la casa".

Foto: Rosell Oberto

Además de las habilidades prácticas, la joven recibe educación sobre los valores culturales y las normas de conducta que deberá seguir como adulta. También se realizan ritos de purificación y protección, utilizando plantas medicinales y ceremonias tradicionales para asegurar la salud y el bienestar de la joven.

González mencionó que la bañan a las 12 de la medianoche con agua aromática de hierbas y, al culminar el encierro, colocan a la joven en el suelo durante unos minutos boca abajo para que no le salgan "rollitos" en la cintura. Además, debe sentarse sobre una piedra durante varios minutos antes, durante y después del encierro. La roca se deja fuera del cuarto, y la joven se sienta allí un rato. En la creencia indígena, al ser la piedra fuerte, esta práctica simboliza la fortaleza que tendrá la joven en su adultez.

"Se le trabaja el cuerpo con bebidas preparadas con plantas, se le habla sobre su rol como mujer a partir de ese momento, se le enseña a cuidar su imagen, se le explica sobre los cambios físicos que tendrá, se le reitera que debe cuidar su cuerpo y proteger sus partes íntimas, y se le advierte que no debe mantener vínculos amorosos a escondidas. En caso de tener algún pretendiente, la joven está en la obligación de comunicárselo a sus padres", mencionó González.


Foto: Rosell Oberto

Una parte importante del ritual es la transformación física. Una vez transcurridos los días establecidos para el encierro, a la joven le renuevan el guardarropa y todo lo relacionado con su niñez. Le realizan un corte de cabello especial y la visten con ropa y calzado nuevos. Este es un símbolo de su niñez que se deja atrás, representando, a partir de ese instante, su crecimiento como mujer adulta.


Foto: Rosell Oberto

Al finalizar el período del encierro, la joven es presentada nuevamente a sus parientes y a la comunidad en una ceremonia especial. Esta celebración incluye danzas, cantos y banquetes que conmemoran su transición a la adultez. Familiares y amigos la reciben con alegría y respeto, reconociendo su nueva condición de mujer y su capacidad para contribuir al bienestar y la continuidad de la cultura wayúu.

La ceremonia final no solo marca el fin del encierro, sino también el comienzo de su vida adulta, con nuevas responsabilidades y un rol más activo dentro de la comunidad.

Foto: Rosell Oberto

El ritual del encierro es un testimonio de la resistencia y preservación de la identidad cultural wayúu frente a los desafíos de la modernidad. Aunque algunas familias han adaptado el ritual a los tiempos actuales, otras lo mantienen en su forma más pura, reafirmando la importancia de los valores y conocimientos ancestrales.

Este ritual es un recordatorio de la rica diversidad cultural que existe en la sociedad wayúu y de la necesidad de valorar y respetar estas tradiciones indígenas que forman parte de nuestro patrimonio humano.

Foto: Rosell Oberto
Foto: Rosell Oberto
Foto: Rosell Oberto
Foto: Rosell Oberto
Foto: Rosell Oberto
Foto: Rosell Oberto
Foto: Rosell Oberto

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