Viernes 27 de diciembre de 2024
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La salud amena: Cuando envejecemos todos queremos ser Doran Grey (por Vinicio Díaz Añez)

Aunque de una manera distinta al personaje de Oscar Wilde, que debía matar para mantenerse jovial y vital, la mayoría…

La salud amena: Cuando envejecemos todos queremos ser Doran Grey (por Vinicio Díaz Añez)
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Aunque de una manera distinta al personaje de Oscar Wilde, que debía matar para mantenerse jovial y vital, la mayoría de las personas cuando cruzan el umbral del medio cupón, o incluso antes, ya piensan en cómo prologar su vida más allá de los límites naturales.

La idea de envejecer, al igual que la inmortalidad, ha sido una de las obsesiones más recurrentes que el ser humano ha tratado de conjurar para prologar su apariencia, su vitalidad y su existencia.

De las dos, el envejecimiento es tal vez la que más ha podido dominar hasta ahora, no obstante,

sigue siendo una quimera con todo y los grandes avances alcanzados por la medicina geriátrica y

las diversas formas de la cirugía, incluyendo, por supuesto, los esfuerzos que todos los días desarrolla en este mismo sentido la industria de la cosmetología para permitirnos que al menos luzcamos mejor cubriendo arrugas y disimulando las grietas que dejan en nuestro cuerpo las inclemencias del tiempo.

Actualmente la ciencia médica ha avanzado mucho con respecto al estudio del envejecimiento humano. Se han desarrollado y puesto en práctica numerosos estudios que apenas una década atrás eran sólo conjeturas que aparecían en los guiones de un film de ciencia ficción. A pesar de los nuevos descubrimientos en materia de biología celular, todavía al parecer seguimos estando a mucha distancia de encontrar una panacea, menos perversa claro está, como la que hacía inmortal a Dorian Grey, el célebre personaje de la novela del no menos famoso escritor irlandés Oscar Wilde.

Sin embargo, el hombre no ha cejado en su intento por crear fórmulas que hagan posible prolongar su vida, y por ello, a través de la ciencia médica se han establecido dos conceptos para definir el proceso de envejecimiento del ser humano. El primero de ellos es la edad cronológica, la cual es entendida como la edad del individuo en función del tiempo transcurrido desde el nacimiento. Es, en pocas palabras, la edad en años, pero vista como un criterio administrativo de gran importancia que marca hechos trascendentales en nuestra vida, como pudiera ser la jubilación.

La edad cronológica tiene, por tanto, un valor social o legal, más que biológico. El tiempo en sí no tiene ningún efecto biológico, sino más bien los cambios que ocurren en el tiempo. El otro concepto es la edad biológica, que es la que se corresponde con el estado funcional de nuestros órganos, se trata del número de años que realmente tienen las células de nuestro organismo, pero que no necesariamente coincide con los vividos según el calendario.

Si la edad cronológica determina los años que ha vivido una persona, la edad biológica establece el número de años que se tienen, dependiendo del estilo de vida que se haya llevado hasta el momento. Esta diferenciación la ha establecido la medicina para dar a entender que el envejecimiento no es el mismo para todos. Tiene distinto ritmo en unos individuos y otros. Es más, cada uno de nuestros tejidos, órganos y sistemas envejece a ritmo diferente en cada uno de nosotros, según nuestro estilo de vida.

Desde luego que una y otra categoría de edad dependen de varios factores. Por ejemplo, en el individuo que muestra una edad biológica no compatible con su edad cronológica, lo más seguro es que haya sacado provecho a los años vividos. Por el contrario, aquel más atacado por el tiempo y que parece más acabado es porque aceleró su destrucción, por decirlo así, llevando una vida llena de achaques, sufrimientos y excesos.

Con frecuencia nos encontramos con amigos que no veíamos desde hacía años y, al observar que su estado físico y apariencia siguen siendo los misma de los que vimos la última vez, la expresión que solemos emplear para describir aquella imagen no es otra que: ¡Caramba, no te pones viejo! Demás está afirmar que tal expresión representa un enorme halago que eleva la autoestima a niveles que ponen a vibrar a las dopaminas.

Y es que la edad biológica está basada en lo bien que se mantienen el cuerpo y la salud. La edad

cronológica tiene poco que ver en eso que a veces se suele llamar el agua que ha pasado bajo el puente, la cual, como sabemos, no es la misma agua. Basado en la observación de que hay personas jóvenes pese a su edad y otros que se ven viejos, es que se ha tratado de definir el concepto de edad biológica.

La medición de la edad biológica es un buen parámetro para determinar el estado general de cada persona y conocer cómo su cuerpo se está desenvolviendo. Muchos parámetros se han deseado utilizar en este sentido, como el reflejo digital, la acomodación visual, el porcentaje de grasa corporal, el índice de masa corporal, el balance estático, los niveles hormonales, la relación entre diferentes componentes bioquímicos sanguíneos; en fin, más de doscientos parámetros que al fin al cabo nos indican directa o indirectamente el funcionamiento de cada órgano del cuerpo.

PARA SER COMO DORIAN GREY

– Desayunar regularmente te hará lucir un año más joven que tu edad cronológica.

– Aliméntate bien. Una dieta variada y equilibrada es fundamental. Las frutas y las verduras son nuestros mejores aliados. Por el contrario, los alimentos grasos y el azúcar deben tomarse con moderación.

– Una dieta alta en fibras puede reducirte 3 años.

– Dormir por 6 a 8 horas cada noche reducirá 3 años de tu verdadera edad.

– Hacerse chequeos médicos periódicos es importante para un mantenimiento óptimo

– Trata de mantener activa tu mente, pero alejada del estrés. Procura asumir una actitud positiva ante la vida

– Realiza una actividad física de forma moderada, pero constante, y respetando las capacidades que tengas a tu disposición.

– Aceptar el envejecimiento y disfrutarlo.

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