Estos dos árboles, curarire y araguaney, pese a verse en apariencia muy parecidos, la verdad es que son diferentes. El curarire (Handroanthus serratifolius), también conocido como guamachito, flor amarilla o palo de arco, se caracteriza por ser poseedor de un tronco muy fuerte y de excelente madera. Son originarios de las zonas tropicales de Centroamérica y Suramérica.
Ahora bien, el araguaney (Handroanthus chrysanthus), declarado árbol nacional de Venezuela en 1948, es una especie autóctona que tiene el don de crecer en cualquier suelo, incluso en aquellos pobres de estancias orgánicas.
Sus flores amarillas, las cuales maravillan a quien las observan, son comunes en los meses de febrero y abril. Muchas personas suelen confundirlo con el curarire, pero realmente son diferentes. A continuación lee el porqué.
El curarire crece en bosques secos con suelos bien drenados, mientras que el araguaney se encuentra en áreas silvestres, llanuras y montañas.
El curarire tiene hojas aserradas, mientras que el araguaney las tiene lisas. El tronco del curarire se utiliza con mayor frecuencia con fines medicinales para combatir infecciones causadas por hongos en animales o plantas, e incluso se ha recomendado para combatir el cáncer. A diferencia del tronco del araguaney, el cual se utiliza principalmente en construcción.
El curarire y el araguaney pueden verse en nuestro estado Zulia, tanto naturalmente como plantados en parques, plazas y jardines. Pero el araguaney puede observarse más en otros estados, como por ejemplo Anzoátegui.
El curarire en el Zulia abunda más. El árbol se ha hecho famoso por su galante floración masiva en el bosque seco tropical del Jardín Botánico de Maracaibo, el cual se puede observar cubierto de un hermoso manto natural amarillo en meses como abril o mayo, justo después de las primeras lluvias.
Sin duda alguna son dos arboles con varias diferencias, pero de igual majestuosidad, que embellecen los paisajes venezolanos.
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