El Miércoles Santo no es un día cualquiera en la Semana Santa, ya que marca el final de la Cuaresma y da inicio a la Pascua, la fiesta central del cristianismo. Es por ello que se trata también del primer día de luto en la Iglesia y se anticipa el Jueves Santo, momento más grande la Semana Santa.
Ese día es una parte integral de la Semana Santa porque marca el comienzo del triduo pascual, el período de tres días que culmina en la celebración de la resurrección de Jesús en la Pascua. En ese momento los cristianos conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesús, eventos centrales en la teología cristiana.
En referencia a la intención de Judas Iscariote de traicionar a Jesús, formada el Miércoles Santo, el día es a veces llamado Miércoles del Espía, palabra que significa "emboscada, trampa". Entre los discípulos, Judas era clandestinamente un espía y el miércoles fue el día que eligió para traicionar a Cristo.
Lunes, Martes y Miércoles Santo fueron los días que se conmemoran las buenas obras y milagros que realizó Jesús, así como los momentos previos a su detención y posterior enjuiciamiento.
A partir de este día, Jesús de Nazaret se convierte en un preso de los romanos que es fustigado de forma continua hasta su posterior crucifixión. En un principio, el Miércoles Santo fue el día elegido por la Iglesia para comenzar el ayuno por la importancia que esta fecha representa.
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