Emprendedores vieron en la comida no solo oficio rentable, si no una plataforma para la integración con la comunidad de acogida
Después de Colombia, Perú se convirtió en el segundo país con mayor población de migrantes venezolanos. La última actualización de la plataforma R4V registraba 1.542.004 ciudadanos provenientes del país suramericano hasta noviembre del 2023.
La venezolana es la primera diáspora que la nación inca recibe desde la Segunda Guerra Mundial, por lo que muchos procedimientos legales no estaban actualizados y fueron sufriendo modificaciones en la medida que los migrantes se fueron integrando a sistemas como el de salud, la educación y el laboral.
En este último, el proceso fue más complicado, sobre todo para los primeros en llegar (entre 2017-2019), que al tener un empleo formal dejaron de percibir hasta 40 % de su salario durante sus primeros 183 días de estancia, que en términos reales se extendía todo el año.
Se les hizo la retención del Impuesto a la Renta de 30 % y aportes al Sistema de Pensiones de 13 %, lo que llevó a muchos a optar por la informalidad en vez de un empleo con todos los términos legales.
Fue así que muchos venezolanos salieron a vender arepas, tisanas, tequeños, pastelitos y otros platos típicos del país origen. Unos lo hicieron de forma temporal, y otros descubrieron un nicho no atendido.
Muriel Restaurant
Antes del mortífero encierro preventivo por la pandemia del covid 19 en el 2020, Luis Muriel y Rotjer Rondón ya tenían el proyecto para comenzar a vender cachapas. Habían habilitado un carrito totalmente equipado con una plancha para preparar el tradicional plato típico, que tiene como ingrediente principal el maíz.
Ya en medio del confinamiento y, en tiempos que muchos venezolanos quedaron sin empleo, así como fuera de los programas sociales del Estado peruano, y fue mediante la cooperación internacional que la ayuda llegó para una parte importante de los más vulnerables, Rondón y Muriel decidieron poner a funcionar su emprendimiento.
Fue así que salieron y, con papel en mano anotaron los números y nombres de las personas que seguían trabajando en medio de las restricciones sanitarias. Preparaban y entregaban en bicicleta los primeros pedidos: el menú estaba conformado principalmente por hamburguesas y otros alimentos de comida rápida que llegaban a algunas zonas del distrito de La Victoria.
Al término del confinamiento uno de los carritos fue desarmado y la plancha formó parte del mobiliario de la cocina del restaurante que está ubicado en Antonio De La Guerra 455, La Victoria 15034 y el menú es más variado. Preparan comida venezolana, comida peruana y fusiones.
Algunos de los platos, así como la línea gráfica que los identifica, evoca la serie animada transmitida a finales de la década de los ’90 y principios del 2000 Coraje, el perro cobarde.
La especialidad de la casa es la pasta nowhere, preparada con linguinis, lomo, tocineta, espinaca champiñones, jamón, maíz, crema de leche y queso parmesano.
El perro caliente Coraje es preparado con salchicha alemana, huevo, jamón, tocineta, salchichón, ensaladas, maíz, papas al hilo y gratinado con queso.
Ahora sus pedidos llegan a otras zonas de Lima gracias a los servicios delivery de reconocidas plataformas.
La contribución
Rondón explicó que el establecimiento tiene todos los documentos en regla, desde el registro del restaurante hasta las exigencias de la municipalidad La Victoria para el funcionamiento: Una decisión que no solo habla del compromiso que tienen con el país, sino también de contribuir para que el sistema mejore.
“Siendo formales pagas un impuesto mensual, un impuesto anual que se usa para pagarles a los maestros, a los cuerpos policiales, para pagarles al Cuerpo de Bomberos, arreglar las calles y acomodar los parques”, explica.
Integración
“Nosotros somos los que estamos llegando acá y tenemos que generarles valor a las personas a nuestro alrededor”, describe el chef Muriel. Por ello, promueven y participan de diferentes actividades que buscan romper las barreras que impiden la integración peruano-venezolana.
Una de estas es El Arepazo, que consiste en un evento donde cada venezolano lleva a un hermano peruano para que no solo conozca el sabor de la arepa, sino lo que significa compartir el tradicional alimento.
Lleva dos años realizándose y ya se prepara la edición 2024. En el evento participan diferentes marcas, entre ellas Pan, de empresas Polar.
Otra iniciativa de la que es partícipe Muriel como emprendimiento de migrantes venezolanos es Juntos por una Sonrisa, que se lleva a cabo en diciembre y reúne el apoyo de diferentes organizaciones y marcas. Lleva juguetes a hospitales y zonas humildes de Perú. “Esto es lo que podemos darle a esta sociedad por tanto cariño y por tanto apoyo”, agrega Muriel.
Contribución en números
Según la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (Sunat), para 2021 existían 2.922 empresas con accionistas venezolanos, recoge un estudio de la Cámara Empresarial Venezolana Peruana (Cavenpe).
De éstas, 10,7 por ciento corresponde a empresas del régimen MYPE Tributario y eso se traduce en 313 empresas en ese régimen.
¿Cómo se formaliza un emprendimiento en Perú?
La abogada Flor Troconis explica que la formalización en Perú es un proceso que se conoce como “constitución de una empresa” y no es tan costoso como parece.
Se puede hacer en las oficinas del Ministerio de la Producción (Produce) que están ubicadas en los Centros de Atención al Ciudadano (MAC).
Se necesita tener nombres para el emprendimiento, y al momento de presentarse ante el funcionario de Produce se debe manifestar la intención de constituir una Empresa Individual de Responsabilidad Limitada (EIRL).
Lo más importante de todo este proceso es la regularización migratoria, es decir, que el emprendedor tenga carné de extranjería y carné de permiso temporal de permanencia.
Ayatola Núñez Fernández