El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, prometió en su primer discurso en el cargo "rescatar" del hambre a treinta y tres millones de personas y de la pobreza a 100 millones, casi la mitad de la población del país.
"Nuestras primeras acciones apuntan a rescatar del hambre a treinta y tres millones de personas y rescatar de la pobreza a más de 100 millones de brasileñas y brasileños, quienes soportaron la más dura carga del proyecto de destrucción nacional que hoy se cierra", dijo Lula en su discurso en el Parlamento.
En la misma línea, Lula, vestido con traje y corbata azul, prometió "reconstruir" el país de las "ruinas" en las que, según apuntó, quedó tras la gestión del ultraderechista Jair Bolsonaro, a quien no citó.
"Sobre estas terribles ruinas asumo el compromiso de, junto con el pueblo brasileño, reconstruir el país y hacer nuevamente un Brasil de todos y para todos", afirmó el líder progresista.
Asimismo, Lula, de setenta y siete años, señaló que su equipo de transición hizo un diagnóstico de las cuentas públicas y se encontró con un panorama "atroz".
"Vaciaron los recursos de la Sanidad. Desmantelaron la Educación, la Cultura, la Ciencia y la Tecnología. Destruyeron la protección del medio ambiente. No dejaron recursos para comidas escolares, vacunación o seguridad pública", enumeró.
La ceremonia de investidura se celebró bajo estrictas medidas de seguridad, debido a amenazas de activistas del bolsonarismo más radical, quienes exigían un golpe militar para mantener al líder de la ultraderecha en el poder.
En el Parlamento estuvieron presentes delegaciones de medio centenar de países y todo el cuerpo diplomático acreditado en el país.
Entre los asistentes, figuran el rey de España, Felipe IV, y los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; Bolivia, Luis Arce; Colombia, Gustavo Petro; Chile, Gabriel Boric; Paraguay, Mario Abdo Benítez, Uruguay, Luis Lacalle Pou; Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa; y Alemania, Frank-Walter Steinmeier.
Por su parte, Washington envió a la secretaria de Interior, Deb Haaland, la primera indígena en integrar un gabinete en Estados Unidos, mientras que por parte de China asistió el vicepresidente Wang Qishan.
Lula tendrá desafíos inmediatos mayores a los que enfrentó en sus otras dos presidencias, que dejó con una inusual popularidad del 87 por ciento; unos treinta millones de brasileños pasan hambre y la economía a duras penas logra recuperarse tras el golpe de la pandemia.
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Con información de EFE / SwissInfo