Iré a votar en el referendo el próximo 3 de diciembre. Las respuestas que pueda emitir a las cinco preguntas, son irrelevantes. Lo que cuenta para el gobierno, es la concurrencia ciudadana. Busca emular las elecciones primarias del pasado 22 de octubre, donde la asistencia rebasó todos los cálculos. Nadie votará por el “NO”. La gente no está desquiciada, no es tan inculta como presumen los politiqueros de oficio; la gente ha aprendido a lidiar con chantajes y amenazas.
Los que estudiamos educación primaria y secundaria en los años 60 del siglo pasado, dibujábamos el mapa de Venezuela sin el territorio Esequibo. A partir de 1966, se ilustró el mapa en los textos de escuelas y liceos, añadiéndosele la “Zona en Reclamación” con líneas oblicuas.
Desde entonces, en todos los ámbitos educativos y donde quiera que se cartografiara el territorio de Venezuela, siempre se incluyó la Guayana Esequiba. Los venezolanos comenzamos a adoptar el territorio añadido en el mapa como históricamente nuestro. Teníamos conocimientos básicos en torno al Laudo Arbitral de París en 1899 y del Acuerdo de Ginebra de 1966.
Fueron tiempos en que se expandía la masificación educativa en Venezuela, caracterizada por un proceso de enseñanza-aprendizaje cognitivamente alto, de mucha calidad, pero con cifras de deserción muy elevadas. En todo caso, quienes cursaron hasta el tercer año de bachillerato, poseían nociones elementales del Tratado Michelena-Pombo de 1833 sobre límites venezolanos-neogranadinos, y lo fundamental de la controversia con la Guayana Inglesa, desde 1899.
Durante el periodo democrático 1959-1999, se desarrolló una extraordinaria campaña de concienciación en torno a los problemas limítrofes del país. Hasta se mantuvo vigente una gaita grabada por “Los Cardenales del Éxito” en la voz de Ricardo Aguirre, que se adelantó a los hechos y se escuchó, creo, en las navidades de 1965, antes de firmarse el Acuerdo de Ginebra en 1966.
La propaganda nacional por el Esequibo en la actualidad, y más aún, las extravagancias de algunos entes y personajes, también son irrelevantes. Los que alcanzaron títulos de bachillerato antes de 2005, tuvieron, casi todos, una buena educación. Hubo hasta entonces total coherencia en los gobiernos e instituciones respecto al tema del Esequibo. Después de 2005 cundió la confusión.
Nadie tiene motivos y menos argumentos razonables, para refutar la soberanía de Venezuela sobre el territorio Esequibo. Los venezolanos somos patriotas de solemnidad, de profunda identidad nacional. Los que nos mantenemos dentro del país y dentro de los valores morales, éticos y ciudadanos que aprendimos de la educación familiar e institucional, somos venezolanos de principios inquebrantables. Apátridas son los corruptos que han desfalcado al país.
Nadie nos dice lo que representa el Esequibo para Venezuela. Y menos con descalificaciones apasionadas y palabras altisonantes. Muchos de los que irán a votar, fueron educados por docentes muy calificados de los años 70, 80 y 90 del siglo pasado. Nadie lavará sus cerebros por mucha propaganda manipuladora que hagan, ni con las ridículas excentricidades de alacranes exhibicionistas. Votaremos por VENEZUELA, no por el gobierno y menos por el PSUV.
Ahora, nuestra decisión para las elecciones de 2024 está tomada y es irreversible. Nada ni nadie hará que cambiemos. A estas alturas, no hay prebenda que pueda sobornar nuestras conciencias, ni sufrimientos que puedan quebrantarnos y no hayamos soportado.
Esperamos que este voto por VENEZUELA en el referendo, no sea manipulado para decretar estado de conmoción nacional y suspender las elecciones de 2024. Elecciones por cierto, donde solo habrá dos opciones: Nicolás Maduro o MCM. Nadie, nadie le ganará a Maduro sin MCM; y nadie, nadie le ganará a MCM si logra competir. Eso se escucha todos los días en las colas de gasolina. La gente se abstendrá o votará según las circunstancias. Despierten los que sueñan con mangos bajito.