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Lunes 23 de diciembre de 2024
Opinión

De Interés: enfermar o sanar (María Elena Araujo Torres)

Al parecer los únicos responsables de la mayoría de enfermedades que nos aquejan somos nosotros mismos. Parece una afirmación temeraria…

De Interés: enfermar o sanar (María Elena Araujo Torres)
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Al parecer los únicos responsables de la mayoría de enfermedades que nos aquejan somos nosotros mismos. Parece una afirmación temeraria y hasta risible para quienes lidian a diario con la ciencia como método demostrable de cualquier fenómeno relacionado con los procesos humanos o con algún ámbito universal.

Sin embargo, es un hecho, cuando aqueja alguna enfermedad o sintomatologías diferentes al equilibrado funcionamiento del organismo, la recomendación médica es adoptar hábitos saludables de alimentación, actividades físicas y de manejos emocionales que permitan mantener cierta paz mental.

Usualmente, estas recomendaciones se siguen mientras se realizan tratamientos para curarse, pero una vez alcanzado el confort que genera la sanación física, suele ser costumbre regresar a los nefastos hábitos que han conducido a enfermarse o a hacer funcionar mal algún órgano del cuerpo.

Lamentablemente el camino hacia las enfermedades se inicia desde que se nace. Se recibe alimentación, hábitos físicos y modelos de conductas de los adultos encargados de la responsabilidad del cuidado infantil. Sin querer culparlos, estos adultos suelen modelar buenos o malos ejemplos, de acuerdo a cómo aprendieron a vivir.

Dicen que nunca es tarde, no sólo para resolver dificultades de salud autogeneradas, sino para legar a nuevas generaciones formas de vida que les conduzcan a preservar la salud desde que inician la vida y pasan por las diferentes etapas que incluyen niñez, adolescencia, juventud, y adultez en todas sus vertientes.

Esta responsabilidad se puede asumir e iniciar en nuestra propia familia, por aquello de que la sociedad inicia desde nuestros hogares. Tendríamos que sumarnos a una nueva forma de vivir que incluya a todos los miembros, no sólo a los niños. Se enseña con el ejemplo y la práctica de todos en el núcleo familiar.

La tarea es múltiple y compleja, pero no difícil si le ponemos empeño, constancia, voluntad y conciencia, bajo la convicción de que es totalmente importante rescatar la calidad de vida a la que muchas veces referimos, pero solo de la boca para afuera. La importancia radica en prevenir, hacer costumbre buenos hábitos alimenticios, físicos y mentales, y mantenerlos en el transcurrir del tiempo para evitar las visitas a médicos y hospitales en el futuro.

Muchos lo han dicho y lo siguen diciendo: “Por la boca muere el pez”, pero también se salva si no muerde el anzuelo. Tendríamos que cuidar nuestra alimentación, qué comemos, evitar los excesos, comer balanceado (según siempre han recomendado los especialistas en nutrición y los conocedores del arte del buen comer). Cuidar el cuerpo, hacer ejercicio, deportes, caminar, moverse. La mente, realizar actividades recreativas sanas que nos gusten.

El camino que conduce a las enfermedades es justamente el contrario: comer muchas frituras, alimentos enlatados, muchos dulces, lo que llaman comidas chatarras con exceso de salsas. En lo físico, dormir hasta muy tarde, estar sentado la mayor parte del tiempo, moverse muy poco. Y en lo mental, estar la mayor parte del tiempo leyendo mensajes vacíos o viendo videos superfluos o grotescos, no practicar aficiones benignas como pintar, escribir, jugar, escuchar música agradable, entre otros.

Cuando se desarrollan enfermedades por factores genéticos, obviamente lo recomendable es seguir las indicaciones de especialistas en la materia, para disminuir los síntomas y/o sanar. Pero, cuando se trata de enfermedades prevenibles, pues solo debemos poner manos a la obra y preservarnos, cuidarnos, para luego evitar las consecuencias que nos conducen a vidas dolorosas. De cada uno de nosotros depende, preservamos o enfermamos. Eso es lo que llaman calidad de vida.

María Elena Araujo Torres

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