Domingo 01 de diciembre de 2024
Opinión

Inteligencia artificial o el que tiene más saliva come más fororo (Por Humberto Chacín Fuenmayor)

-La vida es un algoritmo, diría un poeta informático o un ingeniero de sistemas quijotesco. Ambos deben de tener razón,…

Inteligencia artificial o el que tiene más saliva come más fororo (Por Humberto Chacín Fuenmayor)
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-La vida es un algoritmo, diría un poeta informático o un ingeniero de sistemas quijotesco. Ambos deben de tener razón, cuando por un lado un software, algoritmo o programa se inicia con una declaración de variables, es decir, condiciones a las cuales estarán sujetos los procedimientos y resultados esperados. Algo así como “Escriba un diálogo entre Rocinante y Rucio, el burro de Sancho Panza”. Si el computador no tiene nada en sus intestinos o en su cerebro no va a responder nada. Para eso hay que indicarle la o las frases que se les atribuye a los dos cuadrúpedos cuya única tarea era cargar a un par de locos que tienen más de cuatrocientos años haciendo reír al mundo echando el mismo chiste.

Igual, si se le inquiriera al susodicho inteligente artificial quién fue el que mató a Consuelo. Si no dispone de unos cuantos brollos -por lo menos-, seguro que va a contestar: “¡Yo no sé, señor juez!”, y todo quedaría como hasta hoy, como cuando el Gobierno dice que llegará hasta las últimas consecuencias para no llegar a nada.

“¡Al fin, ahora sí voy a ver a Linda!”, se alegra el Inquieto Anacobero, pensando, como todo el mundo, que la tan cacareada IA nos va a sacar definitivamente del oscurantismo.

¿Podemos alegrarnos, claro que sí, pero aportándole al servidor-computador aquello que, aunque él se crea un Automán, siempre lo va a hacer dependiente de nosotros. Y en todos los casos precedentes, leyéndose el libro del tal Alonso Quijano, alias don Miguel, u otros donde se mencionan (como un brollo, pues) frases o temas que el Cervantes omitió u olvidó en su famoso cuadringentésimo texto.

Para Consuelito sí no hay consuelo, porque la noticia, de tanto manosearla, se folclorizó, pero de todas formas en una eventual pesquisa informática se podrían acumular elementos de investigación tales como quién la dejó sin resuello, quién la llevó para el cine o quién fue que le dio los tiros.

En el caso del Bigote que Canta, o Cantaba, o sea Daniel, si se podría llegar a feliz término con indagación tipo IA, pues además de millones de datos que se recabarían gracias a la geolocalización, ADN, Whatsapp, Facebook y muchísimos otros, si no la han encontrado es porque no han querido. De todas formas ya es demasiado tarde.

En informática o mundo binario, para entrar en consonancia con el tema o inicio de esta historia, al comienzo de cada algoritmo hay que hacer declaraciones para que el sistema operativo sepa o entienda de qué se trata el software que se va a desarrollar. Hay que recordar además que un antónimo de inteligencia artificial es brutalidad artificial, lo cual en estos días se da por sentado que no existe, o existe poco, por razones obvísimas.

-No tan obvio, mi querido sir Arthur -le hubiera retrucado Sherlock al autor de sus días, y le explicaría: -Si hay que hacer declaraciones de variables preprograma para que el brollo sea captado por el computador, quiere decir que la inteligencia aún continúa supeditada en función protagónica del que tiene todo el mundo patas pa’arriba, o sea el hombre.

¡Naturalmente! Gancho al hígado y trompada directa a la quijada de quienes hasta hoy estamos abrumados por tantos conocimientos devenidos y que, como si fuera un erizo de mar o una tuna espinosa, no hallamos por dónde agarrarlos.

De todas formas, o somos actores o somos veedores. Y ahí es donde está la pepa del queso. Si somos actores, pues le ordenamos (aunque semánticamente sean ordenadores) al sistema que por ejemplo si quiero saber quién fue el que cometió el otro feminicidio, el de Lola (lo único que conocemos es que fue a las 3 de la tarde), tenemos que proporcionarle en forma de “declaración de variables” la mayor cantidad de información posible. Y ahí es donde está la otra pepa del queso que nos hará exclamar: ¡Que siga viviendo la pepa!

Así que no nos engañemos, la inteligencia artificial todavía no la pongamos con mayúscula inicial (sólo las dos iniciales, IA, por razones estéticas y/o académicas). Y tampoco creamos, como creyó el Galilei, que es el centro del universo. Creamos sí, que “álguienes” no están jugando a los dados con nuestros impulsos consumistas, llámense Google, Elon Musk, Apple, Amazon u otros. Dentro de ellos, millones de informaciones recabadas de entre nosotros van a inclinar la balanza en favor de uno de ellos. O sea que el que tenga más saliva come más fororo.

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Humberto Chacín Fuenmayor

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